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Tabakalera se desnuda y saca la música que esconden sus paredes

Es su último verano antes de que cambie totalmente de fisonomía, antes de que pase de los desconchados de la antigua fábrica de tabacos a unas obras que la transformarán en fábrica de cultura visual. Y su etapa estival la pasará enseñando los sonidos que alberga.

A. EREÑAGA | DONOSTIA

«Tabakalera suena / Tabakalera soinutan» es un proyecto ideado y dirigido por Xabier Erkizia, un conocido músico y productor de vanguardia, director del festival Ertz, de Bera, y coordinador de Audiolab, el proyecto de Arteleku que cuelga en la red material audiovisual para disfrute de quien quiera. Esta propuesta, que se podrá ver hasta el 27 de setiembre, no es una exposición, como apuntaba ayer el mismo Erkizia, sino un recorrido interactivo por el donostiarra edificio de Tabakalera con once creadores de arte sonoro a modo de guías. Y, damos fe, esta especie de laberinto sonoro y espacial, que transcurre por varios de los pisos de este edificio con solera, construido en 1913, no deja indiferente a nadie.

«Es otra manera de conocer el edificio», apostillaba el director del futuro centro de arte contemporáneo, Joxean Muñoz. Un recorrido poco habitual por este lugar, que tiene nada menos de 26.000 metros cuadrados de extensión en su totalidad, y que permite conocer estancias cerradas al público, como las cocinas o el almacén. El recorrido ayuda también hacerse una idea de cuál será la futura zona de exposiciones. Una nueva Tabakalera que, en 2013 -fecha para la que se espera que finalicen las obras- se verá coronada con una estructura de vidrio a modo de faro, la imagen más característica del proyecto firmado por el estudio barcelonés de Jon y Naiara Montero.

¿Pero a qué suena Tabakalera? En las escaleras del hall nos recibe un sistema ideado por el alemán Achim Wollscheid, quien se encarga luego de cerrar la exposición. Su propuesta es un sistema de luces que se activan con el movimiento de la gente. Es sonido, pero el provocado por los visitantes, porque lo interesante de esta propuesta que es, junto con las intervenciones de los artistas, tanto el propio edificio como el público se convierten en agentes activos.

En las cocinas, el suizo Pe Lang ha tumbado literalmente las taquillas de madera de los antiguos trabajadores y provoca una especie de lluvia metálica gracias a doce cajas con 100.000 esferas de metal que van cayendo. Hay dispositivos construidos por el británico Will Schrimshaw, quien saca de la calle -donde generalmente trabaja- sus little helpers (pequeños ayudantes) para que hagan sonar las estanterías del almacén al paso de los visitantes. Son propuestas de todo tipo: paredes vibrantes (Sone, grupo de artistas sonoros franceses), zonas de relax e incluso de sonido cero, laberintos de un piso a otro con materiales reciclados (el italiano Marcello Liberato), las partituras de silencios del donostiarra Juan José Aranguren y, quizás lo más espectacular sensorialmente, las olas del mar sintético creado por el navarro Patxi Araujo y la habitación transformada por el sonido del agua de Mikel Arce -y la sensación física también- y el holandés Edwin Van Der Heide.

CONCIERTOS

La exposición, que se inauguró ayer, permanecerá abierta hasta setiembre. Ese mismo mes habrá dos conciertos, con las performances sonoras de Francisco López y del neoyorquino Charlemagne Palestine.

XABIER ERKIZIA

«`Cada habitación esconde su propia melodía, hasta que ésta se hace audible', dice Alvin Lucier. Nosotros queremos mostrar la música que guardan las paredes de Tabakalera, otra nueva forma de leer el edificio»

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