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Desidia, emigración y racismo

La situación que vive el barrio Iztieta de Errenteria ha generado controversia no sólo en la zona sino en todo Gipuzkoa y Euskal Herria. Como consecuencia de la desidia institucional de años y con el agravante de la situación concreta que padecen los menores inmigrantes tutelados, la convivencia en el barrio se ha degradado hasta un punto muy peligroso: aquel en el que la impotencia distorsiona las responsabilidades y se ataca al colectivo más débil en base a prejuicios y no a razones.

Nadie puede negar o banalizar la realidad que denuncian los vecinos de Iztieta. Son hechos contrastados que además tienen precedentes en otras zonas de Euskal Herria. Pero el diagnóstico y las medidas que han tomado algunos de ellos son totalmente equivocadas. La veracidad de su denuncia no implica la asunción de sus razones. Menos aún cuando algunos de ellos no dudan en agitar la bandera del racismo y defienden el acoso a colectivos enteros basándose en la supuesta autoridad que les confiere padecer esa situación. En este sentido, nadie tiene más autoridad moral en este momento que la víctima de la agresión sexual ocurrida la semana pasada -agresión que fue la excusa con la que se intentó justificar la reacción xenófoba de ciertos vecinos-, que ayer mismo apoyaba la movilización organizada por el colectivo de emigrantes magrebíes en favor de la convivencia y denunciaba así la manipulación de su caso.

La responsabilidad de la situación que vive Iztieta -y otros pueblos y barrios de nuestro país con realidades similares- no es de los emigrantes, sino de la Administración. La solución a esos problemas no es policial, sino política, socioeconómica y urbanística. El modelo a seguir está en el norte de Europa, no en la Italia de Berlusconi. Las inversiones a realizar no son en Policía, sino en empleo e infraestructuras. La solución no pasa por cerrar negocios, sino por dar opciones para que se abran nuevos... De momento todo indica que las medidas tomadas van en la dirección contraria. Esas medidas pueden apaciguar a los vecinos, pero a medio plazo sólo lograrán rebrotes o mover el problema de sitio.

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