En los países nórdicos, los estudios sobre la mejoría que se supone en cada generación de habitantes revelaron hace tiempo que la tendencia al alza de su talla había tocado techo. Hace ya más de dos décadas, el hospital bilbaino de Basurto inició, con la colaboración de la Fundación Faustino Orbegozo, un estudio en la CAV sobre las curvas y tablas de crecimiento, y que luego se convirtió en manual de referencia en las consultas de pediatría. El balance de ese estudio reveló, al cumplir los veinte años, que aquellos 600 niños y niñas utilizados para las mediciones, al alcanzar los 16-18 años no eran más altos que los de su generación precedente.

Ahora, le ha tocado el turno a los adolescentes navarros, a través del seguimiento coordinado por el Servicio de Pediatría del Hospital Virgen del Camino, de 930 niños y niñas nacidos en 1993 en los hospitales de Iruñea, Tutera y Lizarra. Y el resultado corrobora lo que ya los especialistas empiezan a constatar en las actuales generaciones: que el máximo potencial genético de crecimiento de la población pediátrica, en este caso la navarra, ha llegado a su tope.

A esos adolescentes navarros se les controló su talla y peso hasta 2007, al cumplir los 14 años. «Como era previsible -apuntan los autores de la investigación-, los datos obtenidos corroboran una aceleración secular de la talla y del peso» respecto a las curvas y tablas de crecimiento de referencia en el Estado español, y que son mediciones hechas entre 1978 y 1988.

Los datos recabados son «generalmente superiores» a los aportados en su día por otro estudio de referencia, Enkid, que incluía mediciones a nivel estatal entre 1998 y 2000, lo mismo que respecto al más reciente trabajo sobre el tema, de A.Carrascosa, con valoraciones antropométricas realizadas entre los años 2000 y 2004. En cualquier caso, son datos que pueden perfectamente «superponerse» al resto de estudios.

Para los autores del análisis navarro, con los resultados manejados «se puede considerar la posibilidad de que la población pediátrica en Navarra haya alcanzado una estabilización definitiva de la talla en relación con las circunstancias socioeconómicas y sanitarias favorables en esta comunidad».

Se supone que como humanos que somos tenemos en nuestros genes una capacidad de crecimiento, la cual secularmente se ha visto atemperada por vicisitudes históricas como la miseria o mala alimentación. Es decir, nuestro fenotipo no ha manifestado toda su potencialidad. Pero las últimas generaciones, desde nuestros aitites hasta ahora, muestran un paulatino aumento de la talla y el peso, incluso un adelanto de la regla en las niñas. Pero parece que esa tendencia ha tocado techo con las actuales generaciones.

Los datos del estudio navarro corroboran que «podrían considerarse como la expresión fenotípica del máximo potencial genético de crecimiento de esta población pediátrica». O lo que es lo mismo, que las próximas generaciones de navarros ya no serán niños y niñas, adolescentes o jóvenes más altos y de mayor peso que las actuales.

En síntesis, que la alimentación y los cuidados saludables que se procuran a los hijos ya han hecho todo su papel y no dan más de sí desde un punto de vista de crecimiento físico.