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SAN FERMÍN 2009

La solución a esas pertenencias que deciden abandonar a sus propietarios

 

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Natxo MATXIN

Hemos perdido la llave del coche y no podemos volver hoy a casa, como queríamos». es una de las muchas lamentaciones que se pueden escuchar en la oficina de objetos perdidos, cuyos trabajadores tratan de solventar, en la medida de sus posibilidades, los numerosos extravíos que se producen durante las fiestas.

Inglés, francés, alemán, italiano... La Oficina de Objetos Perdidos ubicada en el edificio de Protección Ciudadana de Donibane es una recreación de la torre de Babel. Gentes venidas de los cinco continentes acuden con la esperanza de recuperar alguna de sus propiedades, en su mayoría carteras -casi todas abandonadas tras ser hurtadas-, llaves y móviles.

Amaia Gómez, Irune Markinez y Fernando Remiro, tres de los jóvenes que junto a otros ocho se reparten las 24 horas de las jornadas sanfermineras, lidian con esta pléyade de desesperados, que unas veces tienen la suerte de que un alma caritativa ha encontrado sus pertenencias y en otras deben esperar más tiempo o hacerse a la idea de no volver a verlas.

«La mayoría de la gente viene el mismo día que ha extraviado algo y se sorprende de que su objeto esté aquí antes incluso de denunciarlo. En otras ocasiones no hay tanta fortuna y puede que aparezca o no», reconoce la primera, estudiante de traducción y a cuyo currículum lingüístico hay que unir el euskara y el castellano, además del resto de idiomas mencionados.

Es la primera vez que trabaja en este servicio y, al menos, la carga añadida de tener que hacerlo mientras los demás están disfrutando queda compensada por los agradecimientos de quienes recuperan sus objetos. «Salvo alguna contada excepción, quienes vienen aquí te transmiten su gratitud porque les sacamos de un buen apuro. Casi todos preguntan por la persona que se ha preocupado de traernos el objeto perdido», asegura.

Su labor habitualmente va más allá de enseñarles las cajas con pertenencias extraviadas. «Hacemos de traductores cuando se interpone una denuncia e incluso buscamos alojamiento a extranjeros o llamamos taxis para que puedan regresar a sus hoteles», describe Amaia Gómez. También deben recopilar una estadística de aquellos objetos que se han robado y las condiciones en que se recuperan. La mayoría de las carteras aparecen sin dinero ni tarjetas, pero sí con la documentación.

En alguna ocasión, las gestiones se alargan en el tiempo. Como en el caso de algún visitante que se ha visto forzado a esperar hasta cinco horas en las dependencias de esta oficina. «Le robaron todo y se vio obligado a contactar con su familia para que le enviaran un giro. Nosotros les dejamos utilizar el teléfono, internet, e incluso recibir faxes», describe.

¿Monte o fiesta?

Con la aceleración propia del fin de semana -la afluencia ha sido mayor que en los primeros días festivos- pero sin agobios, por la celeridad con la que se atiende a los reclamantes, quien suscribe pudo ser testigo directo de uno de esos casos de los que deben ocuparse a diario.

Dos jóvenes de Vic rebuscan entre la caja que contiene las llaves de automóviles. «Perdimos las nuestras y hemos tenido que romper una de las lunas para dormir algo esta noche. Siendo fin de semana, no podemos alquilar ningún otro vehículo y teníamos que haber regresado hoy -por ayer- a casa. La verdad es que estamos un poco desesperados», relataba a GARA uno de ellos, con escasa convicción de que acabaran apareciendo.

A grandes males, grandes remedios. Unos italianos a los que les ocurrió idéntico episodio se vieron forzados a pedir ayuda a sus familiares. «Tras conseguir contactar con ellos, en 24 horas ya tenían aquí las llaves de su Mini», recuerda Gómez.

Los transalpinos parecen ser los más despistados en estas fiestas iruindarras. Un móvil de ese país acabó en las dependencias de la oficina y, al rato, comenzó a sonar. «Cogimos la llamada por si era el propietario y así poder transmitirle el paradero de su teléfono», comenta.

Lo curioso del caso es que al otro lado del aparato estaba un amigo mexicano que había quedado con el dueño del inalámbrico en un monte italiano. El hombre se encontraba en la cima y estaba preocupado por que su compañero no aparecía a la cita. Su sorpresa fue mayúscula al comprobar que el camarada europeo había antepuesto la juerga a las rampas alpinas.

Claro que también hay cosas a las que algunos no les preocupa que se pierdan. Como la peluca de colorines que ha pasado todo un año, desde los pasados Sanfermines, esperando a que su originario propietario la reclamara. Y es que hay objetos que no deben ser devueltos sino reciclados para su uso festivo.

 

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