Con la llegada de su nuevo responsable, Raúl Duque, a La Habana, la Sociedad para la Promoción y Reconversión Industrial (SPRI) ha reiniciado sus actividades en Cuba después del escándalo de espionaje que provocó la detención de su anterior director, el cubano Conrado Hernández, acusado de trabajar para los servicios de inteligencia españoles. Este organismo, dependiente del Ejecutivo de Lakua y encargado de promover y apoyar la actividad económica vasca a nivel internacional, vio paralizada su actividad en Cuba por un oscuro caso que terminó con serias repercusiones políticas en el país caribeño y la destitución de importantes dirigentes de la isla como Carlos Lage, Felipe Pérez Roque y Remírez de Estenoz.

La SPRI y sus nuevos responsables se encuentran ante sí con el nada despreciable reto de pasar cuanto antes la desafortunada página escrita por Conrado Hernández y centrarse en el futuro de la cuarentena de empresas vascas que trabajan de forma permanente en Cuba, y que se enfrentan a un porvenir incierto por sus propias carencias financieras -a pesar de su potencial tecnológico- y al claro empeoramiento de la economía cubana a causa de la crisis.