Raúl Duque Apellániz, nuevo delegado de la Sociedad para la Promoción y Reconversión Industrial (SPRI) en Cuba, llegó a la isla el pasado 15 de junio, y tras las gestiones normales para su instalación en la isla tuvo que hacer frente a la recuperación y puesta en funcionamiento de la sede de esta institución, sita en la residencial zona de Miramar de la capital cubana, que había sido registrada y clausurada por la Seguridad de Estado a raíz del arresto del anterior delegado, Conrado Hernández.

El nuevo responsable en Cuba de este organismo, encargado de promover y apoyar la presencia económica y comercial vasca a nivel internacional, se enfrenta al importante reto inicial de desligar claramente la imagen de la institución de las graves consecuencias que ha tenido el escándalo de espionaje protagonizado por su antecesor, que conllevó graves repercusiones políticas internas -las destituciones de importante dirigentes cubanos como Carlos Lage, Felipe Pérez Roque y Remírez de Estenoz-, además de un evidente tensionamiento de las relaciones hispano-cubanas.

Dado el carácter estatal y planificado de la economía cubana, la adecuada y cuidadosa gestión personalizada, en un contexto de cordiales relaciones políticas vasco-cubanas, resultan condiciones imprescindibles para la recuperación de la marca de calidad y seriedad que había ganado la empresa vasca en el mercado cubano en las dos ultimas décadas.

Consecuencias de la crisis

Pero el desafió inicial de retomar las actividades normales sin desconfianzas políticas, ya de por si difícil, se ve condicionado además en estos momentos por un claro empeoramiento de la capacidad financiera cubana, como consecuencia de la crisis económica internacional y otras situaciones internas, lo que ha llevado prácticamente a una paralización, desde hace unos meses, del normal funcionamiento bancario en lo que se refiere al cumplimiento de obligaciones de pagos y trasferencias, y la práctica suspensión de las inversiones estatales para el segundo semestre de este año.

Resulta necesario señalar que en el caso cubano las casi 40 firmas vascas presentes de manera permanente en Cuba son medianas y pequeñas empresas, con alta capacidad tecnológica y de gestión comercial interna, pero que tradicionalmente han carecido de un colchón financiero, lo que las hace sumamente vulnerables en las circunstancias actuales.

Las cifras ofrecidas por la SPRI en la ultima Feria de La Habana, celebrada en noviembre del pasado año, calculaban cerrar el ejercicio comercial con un rango de exportaciones vascas hacia la isla de entre 160-180 millones de euros -la tercera para América Latina, después de EEUU y México-, pero el actual panorama económico de Cuba augura que para el 2009 estos datos deben reducirse sustancialmente, dada las afectaciones en las inversiones y funcionamiento de sectores claves con fuerte presencia vasca, como son los sectores de equipamiento industrial, la minería, la construcción, la energía eléctrica y el turismo.

En la reunión celebrada en Euskal Herria el pasado 19 de junio, del nuevo director general de la SPRI, Tomás Orbea, y otros funcionarios, con la directiva de la Asociación de Empresarios Vascos en Cuba, se analizó la situación creada a raíz de la detención del anterior responsable de la SPRI en el país caribeño, y sus posibles consecuencias, pero los empresarios presentes en el mercado cubano expresaron también su preocupación por la situación financiera que afrontan. Estos temas han sido retomados por el nuevo delegado en la isla de la sociedad, mediante una carta-circular remitida a todas las empresas vascas radicadas en el país, con el objetivo de establecer una relación personalizada con cada una de ellas.

Feria de noviembre

Los importantes desafíos a los que tiene que hacer frente el nuevo delegado de la SPRI en Cuba requieren de cierto tiempo y, en este sentido, quizás un buen momento para hacer valoraciones de su gestión y efectividad será la próxima Feria comercial, que se va a celebrar en La Habana el próximo mes de noviembre, donde la presencia comercial vasca ha estado representada tradicionalmente por un pabellón propio, diferenciado del español.