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El equipo Columbia sólo tuvo que trabajar al final para llegar al sprint y contó con la colaboración de la jornada de protesta

Cavendish aprovecha el boicot por la supresión del pinganillo

La mayoría de los equipos llegaron a un acuerdo para evitar que la etapa tuviera espectacularidad, lo que pretendía la organización del Tour al suprimir la comunicación por emisora entre directores y corredores. La disputa del triunfo se redujo a los últimos 20 kilómetros.

Joseba ITURRIA | ENVIADO ESPECIAL

Mark Cavendish se impuso con claridad al sprint en la décima etapa del Tour con final en Issoudun, en la que se vio favorecido por el boicot acordado por la mayoría de los equipos a la decisión del Tour de suprimir la utilización de pinganillos en las etapas de ayer y la del viernes con final en Colmar, para impedir la comunicación inmediata entre corredores y directores por una emisora interna.

La organización del Tour había decidido tomar esa medida para intentar que la etapa del día de la fiesta francesa tuviera mayor espectacularidad. La UCI dio el visto bueno a esa iniciativa y se amenazó con penalizar con tiempo a los ciclistas que incumplieran la prohibición.

Casi todos los equipos y los corredores, aunque el presidente de su asociación Cedric Vasseur se posicionó a favor, estaban en contra de esta medida y en esa línea firmaron un escrito 14 de los 20 conjuntos, todos menos Française, Agritubel, Cofidis, Bouygues, Skil y Garmin. Euskaltel firmó, pero no tuvo un papel activo en la protesta de otros, que implícitamente iba a impedir ganar a nadie escapado.

Acordaron no disputar la etapa hasta los kilómetros finales y, al formarse de salida una escapada en la que entraron Ignatiev (Katusha), Hupond (Skil), Vaugrenard (Française) y Dumoulin (Cofidis), varios equipos colocaron a dos corredores para que la distancia estuviera siempre entre el minuto y los tres minutos. Ni menos, ni más.

Como Katusha estaba entre los equipos que habían acordado no disputar la etapa, Ignatiev no daba ningún relevo en la fuga y los tres galos se limitaban a relevar sin gastar energías conscientes de que el pelotón jugaba con ellos. Sólo en los treinta últimos kilómetros lo dieron todo, también Ignatiev entraba ya en los relevos, y eso les permitió aguantar por delante hasta que faltaban dos. Todo esto favoreció al Columbia, ya que el boicot implicaba llegar al sprint.

El equipo de Cavendish contó con el inestimable apoyo de corredores que no tenían ninguna baza para el final y eso le permitió lanzar la llegada a la perfección con Hincapie y Renshaw para que el mejor velocista ganara con una superioridad insultante. Como en otras ocasiones, Hushovd se tuvo que con- formar con aguantar su rueda y una segunda plaza que le permite mantener el maillot verde.

Lo único trascendente de la etapa llegó con una caída final que rompió el pelotón y motivó que corredores como Wiggins, Leipheimer, Astarloza, Kirchen o Menchov perdieran quince segundos, lo que en el caso del primero le hizo retrasarse dos plazas en la general.

¿Qué pasará el viernes?

Hoy y mañana hay otras dos etapas con pinganillos, en las que cuesta creer que los equipos de los demás sprinters se animen a trabajar dado que Columbia y Cavendish se muestran imbatibles. Lo normal es que todos busquen la fuga. Ni al segundo mejor velocista, a Hushovd, le interesa llegar en grupo para perder menos puntos en la lucha por el maillot verde.

La duda estriba en saber qué pasará el viernes en la segunda etapa en la que el Tour ha previsto la prohibición de los pinganillos. Es dura, con cuatro puertos en los últimos cien kilómetros, y sería triste otra jornada como la de ayer, que se suma a la decepción del Tourmalet.

ESCAPADA SIN FUTURO

Dumoulin (Cofidis), Vaugrenard (La Française), Hupond (Skil) e Ignatiev (Katusha) formaron una fuga en la que no relevaba el ruso. Su equipo aceptó el pacto y varios conjuntos trabajaban en el pelotón para que no ganara nadie que disputara la etapa.

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