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Restrepo humaniza a los héroes de izquierda para «salvar» a la literatura comprometida

La colombiana Laura Restrepo ha «humanizado» los actos heroicos de la izquierda latinoamericana de los 70 en su última novela para evitar el fracaso de la literatura comprometida por «el abuso del panfleto».

 

GARA | GIJÓN

«No es esta una época gloriosa ni de contar tragedias porque vivimos en un tiempo de tono menor», afirmó ayer la autora en la Semana Negra de Gijón, donde presentó su última obra: «Demasiados héroes», que retrata en tono intimista un conflicto generacional con trasfondo político. La austeridad de un cuarto de hotel, donde una madre y un hijo adolescente, que regresan del exilio a la Argentina para buscar «la verdad» de un padre del que no se sabe nada desde que el niño tenía 2 años y medio, es el escenario escogido para desarrollar una historia «íntima», contada en forma de diálogo.

Restrepo ha partido de un «episodio oscuro» en la vida del padre desaparecido, que pudo haber sido «chupado» por los militares pero que, sin embargo, «no está, porque se ha ido por propia voluntad» y esa «verdad», tal vez poco heroica, es buscada por el hijo que necesita un referente paterno real. Con estos ingredientes, el conflicto generacional está servido y es el punto de apoyo a la desnudez de los prejuicios de ambos, fundamentalmente por el abismo cultural que los separa, aunque al final de ese camino se ve la luz de las coincidencias.

La novelista, nacida en Bogotá en 1950 y residente en México, dijo que quiso abordar el heroísmo desde la perspectiva de la intimidad, una deficiencia en la narrativa en español y una virtud de las letras anglosajonas. Restrepo le ha dado un tono de «tragicomedia» a una obra que le ha costado «mucho trabajo» para encajar las situaciones en un «diálogo difícil de dos generaciones», que alcanzan momentos de hilaridad cuando «empiezan a entenderse».

Con «una vida azarosa» Laura Restrepo se exilió en México tras haber sido en 1983 miembro de la comisión negociadora de la paz entre el Gobierno de Colombia y el grupo guerrillero M-19, y de esa experiencia publicó su primer libro, «Historia de un entusiasmo». Su compromiso con la realidad iberoamericana ha sido una constante en todas sus obras, porque su vocación es la de «escribir historias de personas» que viven en una región que «es un abismo sociológico» y un «terremoto político» con un «dinamismo espectacular». En la rueda de prensa que ofreció ayer, consideró que la generación heredera del mayo del 68 «no ha fracasado», sino que en su lucha tuvo «expectativas demasiado altas» y la revolución «consiste en dar pedales». «No se puede asumir que cambiar el mundo sea cosa de una sola generación, por más heroísmo que se ponga en la acción, y a lo único que hemos renunciado nosotros es a no morir, porque queremos seguir viviendo sin claudicar».

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