CRíTICA cine
«V.O.S» Escenas y desarreglos sentimentales
Koldo LANDALUZE
Cesc Gay es un autor que se toma con mucha calma sus proyectos, así lo demuestra su corta pero interesante filmografía. Tras su excelente debut en la realización («Krámpack»), prolongó su discurso en propuestas tan sumamente atractivas como «En la ciudad», «Ficció» y en la dirección compartida junto a Daniel Gimelberg en «Hotel Room». En todas ellas esbozó con mucho mimo los desajustes emocionales compartidos por diversas generaciones y, por ese motivo, llama mucho la atención la irregularidad que lastra su última realización. Quizás, buena parte de culpa de los desajustes que encierra «V.O.S.» se deba a la inseguridad que ha demostrado el autor a la hora de apostar por un modelo en el que se pretende primar la comedia autoril. Ya se sabe de la complejidad que entraña un género capaz de desdoblarse en todos los estilos posibles, pero la apuesta de Gay a la hora de identificarse por un discurso que coquetea con los diálogos de Woody Allen y la peculiar singularidad que Federico Fellini demostró bordeando los límites de lo real y lo onírico en contadas ocasiones logra una conexión con el espectador, que aguarda al otro lado de la pantalla una pequeña guía que le permita seguir de cerca los desarreglos sentimentales que comparten los cuatro personajes centrales de este filme.
Al igual que Françoise Truffaut en «La noche americana» y Fellini en «8 1/2», Cesc Gay se decanta por la fórmula del cine dentro del cine a la hora de dar con el detonante que permite adentrarnos en las peripecias sentimentales de un grupo de urbanitas que, alternando el catalán y el español, nos descubren las eternas dudas y conflictos que generan las relaciones afectivas.
En esta adaptación de la pieza teatral de Carol López no descubrimos algo nuevo, simplemente asistimos a un ritual sentimental mil veces visto y enmarcado en los paisajes cosmopolitas de una Barna alejada del tópico de postal que nos legó Allen en su «Vicky Cristina Barcelona». Es una lástima que el cineasta catalán no haya optado por este exquisito estilo dramático, no exento de comicidad, que empleó en la sobresaliente «En la ciudad».