Al menos nueve personas murieron y varias decenas resultaron heridas ayer en dos atentados suicidas en sendos hoteles de lujo de Yakarta, ubicados en el distrito financiero de la capital de Indonesia. Estos atentados ponen fin a un largo periodo -desde setiembre de 2004- sin actividad armada con resultados mortales en el país por parte de los grupos islamistas. El Gobierno de Indonesia recibe un duro golpe en su firme apuesta política por la represión como única receta para lograr la estabilidad. En los últimos años se han sucedido de forma continua las operaciones policiales de acoso a los grupos islamistas, a los que el Ejecutivo consideraba controlados hasta la fecha. Además, el atentado se produce apenas una semana después de las elecciones en las que Susilo Bambang Yudhoyono, que no oculta su simpatía hacia los Estados Unidos, era reelegido como presidente del país musulmán más poblado del mundo.

La acción registrada ayer ha sido inicialmente atribuida a Yemaah Islamiyah, grupo que opera desde el año 2000 y al que se vincula con el ataque a un club nocturno de un balneario en Bali en 2002 en el que murieron 202 personas, la mayoría extranjeros. Su reaparición deja a la vista que los esfuerzos gubernamentales por atajar la violencia por medio de la represión resultan ineficaces para lograr la paz.