Ainara LERTXUNDI Periodista
«Operación Nadie Sin Vacaciones»
O ya estamos de vacaciones o a punto de cogerlas. Tras un año de ajetreo, una se pone a pensar qué puede hacer en esos días libres, ideados para el relax y el descanso. La respuesta parece clara, sobre todo en estos tiempos en que quedarse en casa se ha convertido casi en un sacrilegio. Hacer las maletas parece ya algo obligatorio, y coger un avión, otro tanto.
Desde el inicio del verano, e incluso antes, las páginas de los periódicos han pasado a ser un amplio escaparate de agencias de viajes y de múltiples destinos. El rostro de Anne Igartiburu y su «Operación Nadie Sin Vacaciones» aparece en todas partes, en las páginas de internacional, de política, de deportes... Hoteles de ensueño con formidables piscinas te invitan a «descubrir un paraíso de sensaciones». Y no importa que las vacaciones sean algo cortas porque con tres noches disponibles nos llevan al Caribe o a Nueva York. Así es el negocio. ¿La crisis? No importa. Si en algo inciden los anuncios es en las supuestas facilidades de pago. A los destinos clásicos se suman los exóticos, y con semejante bombardeo publicitario en prensa y televisión, quedarse sin viajar a una paradisíaca isla es percibido como algo anormal. Son los tiempos que corren.
Los pocos que optan por planes alternativos, como ir a visitar los campos de refugiados palestinos o el puzzle de identidades de Beirut o simplemente por patearse Euskal Herria, son vistos como bichos raros porque «en vez de desconectar» del mundanal ruido, prefieren seguir conectados a la cruda y terca realidad.
Una ¿cultura? cada vez más consumista nos empuja como imperativo legal a buscar fuera lo que muchas veces está en casa. «Nadie Sin Vacaciones» sí, pero sin preguntas del tipo de «¿cómo que no te vas por ahí?».