El PLD abre el telón a unos comicios en los que se juega 54 años en el poder en Japón
El primer ministro japonés, Taro Aso, disolvió ayer el Parlamento dando así inicio a una durísima batalla por las elecciones legislativas de finales de agosto. A tenor de las encuestas, el opositor PDJ es el gran favorito para acabar con medio siglo de dominio absoluto del PLD. No obstante, en espera del resultado final, la biografía del candidato opositor, Yukio Hatoyama, pone en duda que podamos estar ante un cambio total de rumbo de la política japonesa.
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La disolución del Congreso, propuesta por Aso y aceptada por el emperador Akihito, fue pronunciada ayer en sesión plenaria y acogida con gritos de Banzai (Larga vida) por los diputados, como manda la tradición.
El gobierno ha fijado la fecha del 30 de agosto para las elecciones, que designarán a los 480 diputados que nombrarán al nuevo primer ministro. En Japón, la jefatura del Gobierno recae tradicionalmente en el líder del partido que logra la mayoría de escaños.
Taro Aso, que ha visto desvanecerse su capital político desde su ascensión al poder en setiembre de 2008, afronta un reto gigantesco al frente de un PLD (conservador) dividido y frente a una oposición triunfalista.
El PDJ, que alardea de estar más cerca de las preocupaciones del pueblo, es favorito en los sondeos para poner fin a la dominación del PLD en los últimos cincuenta años.
Durante una reunión con los responsables del partido, el todavía primer ministro, que ha caído en los sondeos por debajo de la barrera del 20%, ha presentado sus excusas en un gesto sin precedentes. «Mis declaraciones y lo que ha sido interpretado como cambios de mi posición política han llevado al pueblo japonés a alejarse de la política y han provocado un descenso en los apoyos del PLD. Estoy profundamente desolado», añadió.
La formación conservadora está de capa caída desde el abandono del popular primer ministro, Junichiro Koizumi, en 2006.
Tres primeros ministros le han sucedido desde entonces pero no han logrado frenar la desafección de los electores, que castigaron al PLD en 2007 dando la victoria a la oposición en las elecciones al Senado (2007).
Un partido de poder
Con todo, una derrota del partido en las legislativas era algo impensable hasta hace poco. Menos teniendo en cuenta la enorme influencia de esta formación, con lazos estrechos con los grandes conglomerados industriales y con los lobbys agrícolas, y que ha sabido asegurarse el apoyo de los millones de funcionarios desde su creación allá por el año 1955.
En estos 54 años, que han visto a Japón renacer de las cenizas de la II Guerra Mundial y convertirse en la segunda potencia económica del mundo -puesto disputado hoy por China-, el PLD no ha cedido el poder más que durante diez meses (1993-1994), en beneficio de una efímera coalición opositora.
La reciente derrota en las elecciones locales para la Asamblea de Tokio -el PLD perdió 10 de sus 48 escaños- ha sido la gota que colma el vaso para precipitar la convocatoria electoral. No obstante, la escasa popularidad de Aso y el hecho de que Japón sufra la peor crisis económica desde la postguerra presagiaban una salida de este tipo incluso antes. El primer ministro cedió a las presiones de la coalición gobernante (PLD y los budistas de Nuevo Komeito) y retrasó la convocatoria hasta ayer.
El PLD hace frente ahora a una verdadera oposición y no a un mosaico de grupúsculos. El PDJ y su actual líder, Yukio Hatoyama, son favoritos.
En un país donde la participación es tradicionalmente baja, la clave en los próximos comicios podría ser la movilización del electorado joven, más inclinado por el cambio y descontento con las condiciones laborales y de la economía en general.
Pese a las críticas internas, Aso afronta el reto de presentarse por primera vez como candidato a unos comicios. Llegó hace un año al cargo tras unas elecciones internas.
El presidente del opositor PDJ, Ichiro Ozawa, dimitió en mayo por un escándalo de financiación y dejó vía libre a su mano derecha, Hatoyama, para liderar el intento de arrebatar el poder al PLD.
Yukio Hatoyama, líder del PDJ y favorito en los sondeos, proviene de una adinerada dinastía de políticos que algunos han comparado con los Kennedy. Educado en EEUU, Hatoyama es nieto del ex primer ministro Ichiro (1954-56) e hijo del ex ministro de Exteriores Ichiro.
Contrariamente a su hermano Kunio, que ha ocupado carteras ministeriales con el PLD, Yukio Hatoyama rompió con su familia política en 1993 al abandonar la formación y fundar tres años más tarde el PDJ con otros disidentes.
Tras haberlo dirigido entre 1999 y 2002, ha sido estos años la mano derecha del presidente del PDJ, Ichiro Ozawa, antes de sucederle en mayo tras su dimisión por un escándalo de financiación del partido.
Hatoyama comenzó su carrera política al ser elegido en 1986 en la circunscripción de la isla septentrional de Hokaido, donde su familia poseía propiedades. Su abuelo materno fue el fundador del fabricante de ruedas Bridgestone, por lo que se entiende que sea de los diputados japoneses más ricos.
Ello no le impide negar que sea un político por herencia, como es tradicional en Japón.
Hatoyama promete acabar con el monopolio de los burócratas, reducir los desvíos de fondos públicos y redistribuir la riqueza en beneficio del Japón rural y de los pobres a través de una política económica y social menos liberal. «No se trata sólo de acabar con el reinado del PLD. Se trata de un voto revolucionario para crear un nuevo Japón en el que la política será llevada a cabo por los políticos», asegura. GARA