Un sueño hecho realidad. Eso fue, ni más ni menos, la etapa de ayer para Mikel Astarloza. En su llegada a Bourg Saint-Maurice, apenas unos segundos por delante de sus perseguidores, el sanpedrotarra mostraba de forma especialmente expresiva su felicidad al conseguir el principal objetivo de su carrera: hacerse con una etapa del Tour. Se puede decir, sin riesgo de incurrir en error o exageración, que el corredor del Euskaltel ha cosechado su ansiada victoria en la ronda francesa tras una larga siembra de derrotas, de interpretar con paciencia e inteligencia sus aciertos y sus fallos, sus posibilidades y sus limitaciones. Siempre ha procurado, y con éxito, colarse en las escapadas interesantes, en las subidas más complicadas, pero nunca había logrado coronar ese trabajo con un éxito como el de ayer. Durante años, grandes demostraciones, buenas clasificaciones -un noveno en la general del Tour 2007- y el reconocimiento por su labor, pero sin victoria. Todo eso terminó ayer.

Al pisar la línea de meta por delante de los demás, Astarloza rompió un tabú, el de la victoria. Por eso, y sin despreciar lo mucho que significa el logro de ayer, la afición vasca espera y desea que ese logro marque un antes y un después en su carrera, el comienzo de una nueva etapa en la que levantar los brazos sea un gesto natural para el sanpedrotarra.