El ministro español de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, llegó ayer a Gibraltar, en lo que supone una visita histórica, que ha sido criticada en esta colonia británica en Andalucía, fuente recurrente de tensiones entre Londres y Madrid.

Es la primera visita de un ministro español a Gibraltar, territorio cedido por perpetuidad a la Corona británica por el Estado español mediante el Tratado de Utrecht de 1713, pero cuya soberanía sigue reclamando Madrid.

Moratinos llegó a las 13.55 a la colonia británica, en medio de las críticas de la oposición derechista española, que mostró su preocupación porque esta visita suponga el comienzo del «abandono de una reivindicación histórica».

«Esta visita es un gesto político importante pero no la vemos ni como un paso adelante ni como un paso atrás sobre aquello que nos separa», declaró el ministro principal de Gibraltar, Peter Caruana, al diario español «El País».

Los 30.000 habitantes del peñón, de menos de siete kilómetros cuadrados y donde las tradicionales cabinas telefónicas inglesas continúan en servicio, fueron convocados por el Grupo para la Autodeterminación de Gibraltar a colgar en sus ventanas las banderas británica y gibraltareña para recibir a Moratinos.

En un referéndum celebrado en 2002, los habitantes de Gibraltar rechazaron por una amplia mayoría una propuesta hispano-británica de soberanía compartida.

Moratinos participó por la tarde en la reunión del tercer foro tripartito (Estado español, Gran Bretaña y Gibraltar), con su homólogo británico David Miliband y Caruana.

Moratinos afirmó que «la reclamación española de la soberanía de Gibraltar es irrenunciable», pero aseguró que «la salida de este contencioso pasa por la cooperación y el diálogo» con los gobiernos británico y gibraltareño.

«Los problemas se resuelven a través del diálogo y la cooperación. Estamos en el siglo XXI y tenemos que mirar al futuro y no al pasado», aseguró.