Pequeña cinta independiente aupada por la crítica norteamericana y por los premios obtenidos en el festival de cine asiático de San Francisco, así como en Los Ángeles y en Heartland. Es la ópera prima de Stephane Gauger, nacido en Vietnam pero de formación californiana como técnico cinematográfico.

Para el regreso a sus orígenes, quiso recoger la realidad de la ciudad de Saigón, a través de las historias de gentes sencillas captadas por una cámara muy cercana manejada al estilo del maestro John Cassavetes. Intenta atrapar mediante imágenes directas el vértigo diario de vivir en un núcleo de población tan abigarrado, con más de ocho millones de habitantes. En medio de ese bullicio, con el constante ir y venir de personas anónimas, cruza los destinos de tres personajes concretos a los que el azar pone en contacto.

Tres seres solitarios

Hay una niña huérfana que es explotada trabajando en una fábrica de bambú, hasta que decide huir a la capital pero en el proceso es perseguida por su tutor. Acaba sobreviviendo en las calles de Saigón gracias a la venta ambulante de flores. Conocerá a una joven azafata, que se refugia en un hotel del aeropuerto Ho Chi Minh, donde vive una historia de amor secreto con un piloto de aviación. Y, por último, para completar el trío está el guarda del zoo local, que sufre por la separación del elefante al que ha cuidado, y que ahora es reclamado desde la India. Estos tres seres solitarios se mueven sobre un fondo exótico para descubrir valores que pasan desapercibidos a los ojos occidentales.