Ana Díez siempre ha tenido una querencia hacia la cultura latinoamericana, pues no en vano cursó sus estudios de cine en México. Salvo su ópera prima «Ander eta Yul», y la más reciente, «Algunas chicas doblan las piernas cuando hablan», el resto de su filmografía está ligada al Cono Sur, con los documentales «Galíndez» y «La mafia en La Habana», además del thriller «Todo está oscuro», rodado en Colombia. En «Paisito», vuelve su mirada hacia la dictadura uruguaya, para hablar de los llamados «años de hierro» desde la perspectiva más o menos actual, por medio de la dinámica del exilio de ida y vuelta. El guión de primera mano se lo sirve el uruguayo Ricardo Fernández Blanco, quien también interviene como actor dentro de un reparto compuesto por compatriotas suyos en mayor medida, y en el que se puede ver, por ejemplo, a Jorge Bolani, revelado internacionalmente con «Wishky».

«Paisito», título que toma prestado el diminutivo con que los uruguayos se refieren a su reducido país de tres millones de habitantes, refleja cómo los enfrentamientos políticos se cobran víctimas inocentes, porque los que están en medio se llevan golpes de los das bandos en conflicto. Esta es la historia de un niño, hijo de republicanos navarros exiliados, que se enamora de la hija del jefe de Policía de Montevideo, hasta que el golpe militar de 1973 les separa. Su reencuentro se producirá en Iruñea, cuando él es fichado como jugador de Osasuna, ya al final de su carrera deportiva, y tras haber triunfado en el Peñarol y en la selección charrúa. El fútbol actúa a modo de metáfora de la propia división nacional, puesto que en la capital austral o se es del Peñarol o se es del Nacional, que es el eterno rival.