Para tranquilizar a los proveedores de fondos y obtener más rápidamente el dinero prometido, el Gobierno títere somalí ha recurrido a una consultoría privada estadounidense para que administre sus finanzas, en un país dónde no hay más fondos por falta de administración.

«El Gobierno sólo tiene seis meses de existencia y nuestras instituciones, especialmente los servicios de recaudación de impuestos y gestión de rentas, están totalmente destruidas tras dieciocho años de guerra civil», explicó a France Presse el ministro somalí de Asuntos Exteriores, Mohamed Abdullahi Omaar.

El Ejecutivo títere, que actualmente se enfrenta a una insurrección islamista, sólo controla una pequeña parte de la capital, Mogadiscio, y del país, dividido en entidades más o menos autónomas sobre las que el Estado no tiene ninguna influencia.

Los sistemas de educación y salud no funcionan desde 1991. Desde entonces, el Estado se limitaa las instituciones de transición -Presidencia, Gobierno y Parlamento- que se apoyan en las milicias que se enfrentan a las insurrección y cuyo funcionamiento está garantizado por la financiación internacional.

«No tenemos personal con experiencia o formación y ahora debemos tratar no sólo con la comunidad internacional, sino también con los estados y gobiernos, por lo tanto, necesitamos ayuda para administrar esos fondos. El objetivo del contrato con la asesoría Price Waterhouse Cooper es que nos ayude», señaló Omaar.

La consultoría de EEUU se encargará de recoger los fondos, ingresarlos en una cuenta bancaria fuera de Somalia y participar, controlándolos, en la gestión de los gastos gubernamentales.

Esta situación extraordinaria para un Estado, para el que las finanzas dependen normalmente del dominio de regalía, evidencia el caos del país.

«Nuestro sistema bancario fue completamente destruido, no tenemos un banco comercial donde depositar el dinero. El Banco central está siendo reconstruido y una vez operativo, todas nuestras cuentas y fondos podrán depositarse en él», aseguró Omaar.