Crece el acoso a la libertad de expresión
El Ayuntamiento de Iruñea anunció ayer que ha interpuesto una denuncia por «enaltecimiento del terrorismo» contra dos peñas sanfermineras a partir de un informe de la Policía Municipal de la capital navarra que mantiene que el contenido de las pancartas de ambas peñas podrían incurrir en un delito de «enaltecimiento del terrorismo». Una de las pancartas reclamaba la vuelta a casa del preso político Iñaki Marin y la otra daba la bienvenida a Mikel Gil, excarcelado recientemente.
Se sucede así el enésimo capítulo de un tema que, si no fuera tan grave, podríamos tachar de culebrón de verano: la persecución de todas las formas de solidaridad con los prisioneros vascos. El modus operandi se repite en todas y cada una de las actuaciones: voces políticas o mediáticas desatan su verbo contra cualquier símbolo, declaración o acto de apoyo a los presos; el recado es recogido desde las instancias institucionales o judiciales y, finalmente, entran en acción las fuerzas policiales para cerrar el circo de la criminalización y terminar de cercenar el derecho a la libertad de expresión.
Poco importa la evidencia jurídica -y, desde luego, y la más importante, la evidencia social- de que exhibir imágenes de ciudadanos presos nunca puede ser un delito, ni tampoco que todo un juez de la Audiencia Nacional como Santiago Pedraz -poco sospechoso de connivencia o «enaltecimiento del terrorismo»- rechace por segunda vez en poco tiempo la prohibición de actos que denuncien la política de dispersión. Lo que realmente les interesa es repetir la cantinela una y otra vez hasta que termine por calar y un juez, Pedraz u otro, ceda, acceda o se sume a la presión. En esas andan, y, de paso, mientras se hable de eso, no hay crisis ni corrupción, o por lo menos llegan a parecer asuntos menores. En esas andan, decíamos, también formaciones como el PNV, que ayer se sumaba sin rubor a la retirada de fotos de presos en bloque tras aparentar la semana pasada que ponía en duda la legalidad de la iniciativa. ¿Es ésta su forma de «adecuarse» a la actual situación política?