Por mucho que le queramos dar vueltas y buscar líneas de razonamiento que nos ayude a comprender algo, las cosas suceden y cuando suceden volvemos a darnos cuenta de que están ahí y que si nadie lo remedia, las cosas seguirán sucediendo, digamos lo que digamos. Además de las retóricas están las estadísticas, y las tardes televisivas veraniegas en su hora post-siesta han vuelto a poblarse de la estulticia, de la rumorología y de los asuntos más venéreos de la vida social.

Por cierto, nos ofrecieron un mini-reportaje en el que se nos enseñaba los lugares «más caros» de las costas mediterráneas y estaban en Marbella y sus aledaños donde se podía cenar una pareja por cuatrocientos euros, las piscinas estaban rodeadas de camas grandísimas y los jóvenes se rociaban con champán francés en un juego de seducción a sesenta euros el descorche. Obviamente, allí no se veía ni un gramo celulitis y la tableta de José Mari quedaba en lo que es, un chiste histórico, en comparación con esos cuerpos gloriosos de mozalbetes bien peinados y bien armados. Por la profusión de ellas seguramente estuviera todo patrocinado por una marca de champán y unas gafas de sol que parecen vitrinas.

Decía que Antena 3 y Tele 5 han decidido el cuerpo a cuerpo en asuntos del corazón y sus derivados de cochinería fina. La Sexta tiene su sucedáneo que es una manera de criticar esos programas viviendo de ellos con lo que a mentes muy poco entrenadas en seleccionar mensajes se pueden confundir y pensar que están en un programa de las mismas características. ETB vive en otra galaxia. Y no se ve el cambio por ninguna de sus costuras. Esperemos a la nueva temporada para entender los nuevos diseños programáticos del ente vasco más allá de lo ideológico español.

Pues lo que decíamos la Patiño, el José Javier, la Marchante, el Mariñas y otros profesionales de la miseria moral y de la intimidación casposa están copando de nuevo las audiencias, han vuelto, y eso es un retrato robot que no lo saca ni el satélite ni el CIS, pero que apuntala una idea del veraneo que huele a fritanga mental. Ahí están, triunfantes, satisfechos, proporcionando basura orgánica.