Michael Phelps recuperó terreno con sus magníficos 200 mariposa. Por momentos, este Mundial loco y generoso, por efecto textil, pareció volver a la normalidad de los últimos años. Desde Barcelona'2003 a Melbourne'2007, pasando por Atenas'2004 a Beijing'2008, con el chico de Baltimore convertido ya en hombre, medalla de oro al cuello y mano en el pecho para oir el mismo himno aunque en otra ciudad. La imagen de su madre emocionada y su hermana felicitándole desde la grada nos retrotrajo a otros tiempos.

Había una lógica curiosidad para ver cómo la estrella respondía al repaso que el alemán Biedermann y su Arena X Glide le metieron en los 200 libre de la víspera. A Phelps le tocaba demostrar su talento y lo hizo.

Vestido con el modelo corto de Speedo, la firma deportiva que en 1996 inventó el primer prototipo y ahora se ha quedado atrás, se sobrepuso a la derrota para poner sobre la mesa su primer oro individual con récord mundial. Ganó la final de los 200 metros mariposa con 1.51:51, mejorando el registro de 1.52:03 y trabajando al máximo desde el primer instante.

«Ha sido la primera prueba en la que me he encontrado bien aquí. Me he sentido muy cerca de mi familia y de mi gente. El año pasado intenté hacer el 51, no salió y con seis meses de entrenamiento he conseguido esta marca y sin bañador, bueno sólo el de piernas», es decir con menor porcentaje de poliuretano que el actual Arenas o el Jaked.

Para campeonato memorable el de Federica Pellegrini, confirmada como la gran protagonista femenina. La italiana hace de Phelps cuando todo le salía. Si el domingo se convirtió en la primera mujer que nadó los 400 libre por debajo de cuatro minutos, el martes rebajó el récord de 200 en las semifinales y ayer causó el delirio con sus 1.52:98 en la final, un registro increíble incluso para su propietaria.

Definitivamente ha reemplazado a Laure Manaudou en el firmamento acuático, autora del mismo doblete en Melbourne, no sólo en el corazón del nadador Luca Marin, antiguo novio de la francesa y después pareja de la italiana, sino en el podio.

La nadadora de Mirano, que cumplirá los 21 la próxima semana, fue la única que el pasado año, cuando el LZ Racer arrasaba en las piscinas, batió un récord mundial con Arena para después convertirse en la única campeona olímpica que ha dado la natación italiana. Sus compatriotas la veneran y le han situado a la altura del multi campeón de motociclismo Valentino Rossi o de la interminable lista de ídolos del fútbol que alimentan sus tertulias. Aficionada a los tatuajes y a los piercing, desinhibida para posar desnuda en Vanity Fair, cuando abandone la piscina le gustaría dedicarse a la moda aunque será difícil que la otra pasarela le reporte tantas satisfacciones.