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El conflicto no comenz� hace 50 a�os ni hace 114; la soluci�n sigue esperando al ma�ana

Los �ltimos atentados de ETA han sido enmarcados por la mayor�a de los analistas como un intento de la organizaci�n armada para probar su fortaleza en torno al 31 de julio, que en muchas hemerotecas aparece como la fecha de su fundaci�n en el a�o 1959. Ese supuesto car�cter �conmemorativo� no fue puesto de relevancia en a�os anteriores, cada vez que ETA iniciaba lo que los medios de comunicaci�n y las autoridades espa�olas denominaban �campa�a de verano�, por lo que m�s bien aparece como un mero elemento circunstancial. Por su parte, el Gobierno espa�ol prefiere incidir en que esta ofensiva es una respuesta a los sucesivos golpes policiales que en los �ltimos meses ha recibido ETA. Pero, al mismo tiempo, todos los poderes del Estado coinciden en remarcar p�blicamente que, con cada atentado, ETA est� m�s cerca de su final, asegurando que �ste llegar� a trav�s de la represi�n policial.

Aprovechando los amplios reportajes que han ido publicado medios vascos, espa�oles y de otros pa�ses, ser�a conveniente que esas autoridades, y tambi�n los dirigentes de las formaciones pol�ticas vascas, explicaran a la ciudadan�a qu� ha cambiado en los �ltimos cincuenta a�os para que est�n tan convencidos de la derrota inminente de ETA. Y, m�s a�n, es exigible que expliquen por qu� todos sus antecesores -presidentes del Gobierno, ministros y consejeros de Interior, comandantes de la Guardia Civil...- se equivocaron cuando afirmaron lo mismo en 1980, en 1985, en 1990, en 1995... Incluso, a muchos de ellos -como es el caso del actual jefe del Estado- se les deber�a exigir responsabilidades que van m�s lejos en el tiempo, puesto que fueron part�cipes de la dictadura franquista y �sta tambi�n prometi� una y otra vez que acabar�a con ETA m�s pronto que tarde.

El franquismo y ETA

Esa insistencia en destacar el 50� aniversario de ETA ha puesto de manifiesto la capacidad que tienen los creadores de opini�n en el Estado espa�ol para �olvidar� el contexto sociopol�tico en el que surgi�, del que en estas l�neas mencionaremos s�lo dos aspectos: la dictadura fascista y el ideario abertzale. Al parecer, para los pol�ticos y medios espa�oles desde 1959 a 2009 no hay ning�n elemento que explique por qu� el movimiento independentista decidi� adoptar la lucha armada como una v�a m�s para lograr sus objetivos pol�ticos, que nunca han sido asaltar el poder, sino abrir un escenario democr�tico en Euskal Herria en el que verdaderamente sean respetados todos los derechos colectivos e individuales de sus ciudadanas y ciudadanos.

En ese esquema, es igual de condenable el atentado mortal contra el �polic�a nacional� Melit�n Manzanas en 1968 que el que cost� la vida a dos guardias civiles el jueves en Mallorca; y es igual de condenable el atentado contra �el presidente del Gobierno� Carrero Blanco en 1973 que el que se llev� a cabo contra el presidente del Gobierno Jos� Mar�a Aznar en 1995 (las comillas indican c�mo se presentaba tanto al polic�a torturador como al militar fascista en uno de los principales diarios espa�oles este mismo viernes). Siendo as�, cabr�a deducir que no ha habido ninguna ruptura sociopol�tica ni institucional en el Estado espa�ol en el �ltimo medio siglo y, por tanto, tampoco la ha habido en relaci�n al conflicto pol�tico y armado que sufre Euskal Herria; adem�s, dando la vuelta al argumento, ser�a tan justificable la lucha armada contra la dictadura franquista como en estos momentos. No se trata de negar los cambios que se han producido, de formas y de fondo, pero es necesario pedir m�s rigor a quienes interpretan hechos hist�ricos como si fueran historietas en las que se puede cambiar el gui�n y colocar a los mismos personajes en bandos contrarios sin alterar la moraleja final.

No hay tesis, m�s all� de los discursos pol�ticos, que sea capaz de mantener que el surgimiento de ETA no tuvo nada que ver con el contexto de represi�n que viv�a Euskal Herria hace cincuenta a�os, como tampoco es de recibo afirmar que el PNV surgi� hace 114 a�os por generaci�n espont�nea otro d�a de San Ignacio. Ni quienes dieron forma a la organizaci�n armada ni quienes fundaron el partido nacionalista fueron unos iluminados, sino personas comprometidas con una naci�n y con un ideario pol�tico -por muy distinto que fuera el de unos y el de otros- que respond�a a una necesidad sociopol�tica, aunque ni siquiera ellos previesen el impacto hist�rico que iban a tener sus actos.

De negar el pasado a borrar la realidad

Pese a todo, el unionismo espa�ol, con la colaboraci�n de muchos dirigentes pol�ticos que se adscriben al ideario abertzale, pretende negar la historia y, ahora, han decidido que ha llegado el momento de borrar la realidad porque tambi�n les disgusta. Controlando el Gobierno de Lakua y el de Iru�ea, est�n impulsando iniciativas que atentan, un d�a s� y otro tambi�n, contra el derecho a defender una opci�n pol�tica, contra la libertad de expresi�n e, incluso, contra el sentido com�n.

Enviar a la Ertzaintza a pueblos en fiestas para que protagonicen altercados como en el que el viernes perdi� la vida el concejal de la izquierda abertzale Remi Ayestaran no es s�ntoma de racionalidad; volver a Usurbil ayer mismo a destrozar los carteles que reproduc�an un mural pintado hace 24 a�os tampoco lo es; perseguir judicialmente a los responsables de �Egunkaria� o de Gaztesarea es atacar a la libertad de informaci�n; secuestrar y torturar a Alain Berastegi es actuar como en la dictadura; taparse los o�dos para no escuchar a quienes piden explicaciones sobre el paradero de Jon Anza no es una actitud democr�tica...

El pasado y el presente de este pa�s no se pueden manipular a gusto de cada cual. Y en estos momentos la soluci�n sigue en la sala de espera de la negociaci�n. Ma�ana, de nuevo, ser� tarde para ponerse a trabajar.

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