ASTEA MUNDUAN
Los Balcanes miran, sin pisar, la alfombra roja de la UE a Islandia
Dabid LAZKANOITURBURU
Periodista
Los Veintisiete han tardado un suspiro en aceptar la solicitud de Islandia para entrar en la Unión Europea, encargando el preceptivo informe a la Comisión de Bruselas.
Exceptuando la cuestión pesquera -los golosos caladeros de la flota islandesa- y sin olvidar que sus 300.000 habitantes deberán pronunciarse en referéndum, la alfombra roja está lista, para escarnio de todos esos países que siguen en la larga lista de espera comunitaria.
Y es que más vale ser una isla asolada por la crisis, pero «civilizada», que pertenecer, por ejemplo, a uno de esos pueblos que conforman el mosaico de los Balcanes.
Y, si te tocó la china, conviene cuando menos tener un buen padrinazgo, como Croacia, candidata a entrar de la mano de Islandia con el aval de su histórico mecenas: Alemania.
Peor lo tienen otros candidatos como Montenegro, Albania o Serbia, de la que la UE sólo se acuerda en vísperas electorales y siempre con el objetivo de evitar el triunfo de los nostálgicos de la «era dorada» de los chetniks.
Pero la palma de la desgracia se la llevan los bosnios, que se han visto fuera incluso de la promesa de la UE de que a partir de 2010 suprimirá la exigencia de visado a casi todos sus vecinos.
La UE castiga a las víctimas y premia a los verdugos. No es nada nuevo. Hizo lo mismo durante las guerras en la antigua Yugoslavia.
Y, mientras, mantiene intacto su clasismo. Ha abierto los brazos a la hasta ahora remolona Islandia justo cuando se cumplen 50 años -sí, 50-, de la petición formal de Turquía para entrar en la UE. Paradojas de la historia.