Chema Madoz, reelaborando una realidad más sugerente y atractiva
Estamos acostumbrados a mirar los objetos cotidianos por la utilidad que tienen. El objetivo del fotógrafo madrileño Chema Madoz, tras varias sesiones de contemplación y reflexión, muestra con pequeñas alteraciones una realidad mucho más subjetiva y sugerente, y deja al espectador la puerta abierta para recapacitar sobre el mundo que le rodea. Sus trabajos ya se pueden visitar hasta el 30 de este mes en el Photomuseum de Zarautz.Ane ARRUTI | ZARAUTZ
Un puzzle de gotas de agua, un globo de piedra, un libro con una mirilla, un hueso con manchas de un perro dálmata o una taza de café con un desagüe. Nada es imposible ante los ojos del fotógrafo Chema Madoz (Madrid, 1958). Este artista lleva años «reelaborando la realidad» con pequeños cambios e invitando en cada una de su instantánea a un juego lleno de metáforas visuales. Con motivo del Premio Nacional de Fotografía que recibió en 2000, el Ministerio de Cultura español organizó esta muestra inaugurada en 2006, que ha itinerado por distintos países latinoamericanos y ciudades del Estado español. Ahora llega al Photomuseum de Zarautz para quedarse hasta finales de este mes.
Desde principios de los años noventa, Madoz fijó su mirada en los objetos. A través de disponerlos en un entorno no habitual, «lo que intento es hacer una lectura diferente a partir de pequeñas transformaciones o alteraciones, y pretendo hacer una lectura de la realidad muy subjetiva aprovechando todos esos conceptos o ideas que están latentes en todos estos elementos».
Mediante estas imágenes minimalistas y aparentemente simples, siempre en blanco y negro, se abre un mundo de posibilidades que proponen una lectura literaria. «Creo que son imágenes que pueden permitir hacer un ejercicio de reflexión», explicó, a la vez que invitó a los espectadores a una colaboración activa. «Si hay, por ejemplo, una cuchara que proyecta una sombra de un tenedor, alguien se puede quedar con el guiño de `qué curioso es'. Pero creo que también da pie a pensar otras cosas. Una cuchara, algo femenino, que proyecta la sombra de algo masculino, puede llevarte a reflexionar cómo todos de alguna manera llevamos a nuestro opuesto dentro de nosostros, cómo presentamos una cara y escondemos otra... Lo último que quisiera pensar es que son juegos con un chiste fácil». Y añade: «Siempre dejo la puerta abierta y que el espectador con su propio bagaje y su propios intereses haga su propia lectura. No hay una interpretación o un mensaje claro y conciso».
Horas de contemplación
Metáforas, paradojas o metonimias visuales componen cada imagen de Chema Madoz. Son figuras que nacen de un trabajo de observación y contemplación de la realidad. «Surgen de reparar en pequeños detalles y reflexionar un poco cómo partir de la interpretación que podamos hacer cada uno de ellos». El resultado muestra una realidad mucho más sugerente y atractiva: «Generalmente dejamos caer sobre nuestro propio entorno una mirada fría y desapasionada. A cada cosa le vemos una única función, un único sentido. Pero en el momento que lo liberes de eso, de esa especie de esclavitud -si se le puede llamar así-, ese entorno se vuelve algo muchísimo más sugerente».
Tras trabajar con utensilios como tazas, tijeras o tableros de ajedrez, el artista ha dado un paso más en la elección de sus «modelos». En los últimos años, «ese abanico se va abriendo con elementos que proceden de la naturaleza como piedras, ramas, cesped... que, al no tener ese carácter de uso, me permiten trabajar con ellos de una forma diferente. Sigo trabajando e intentando ampliar los objetos con los que trabajo, y hay una mayor presencia de figuras que tienen que ver con la escritura o la literatura. Creo que ayudan a entroncar de mejor manera con lo que se puede entender como la poesía visual».
El artista adelantó que, mientras sigue desarrollando nuevos trabajos, está finalizando un libro «que recogerá mi obra desde los ochenta hasta hace un par de años», que saldrá en setiembre.
«Creo que son imágenes que pueden permitir hacer un ejercicio de reflexión, que dan pie a pensar más allá de lo que se ve. Lo último que quisiera pensar es que son juegos con un chiste fácil».
«Dejamos caer sobre nuestro entorno una mirada fría y desapasionada. A cada cosa le vemos una única función. En el momento que lo liberas de esa esclavitud, ese entorno se vuelve mucho más sugerente».