El mapa más antiguo de Europa occidental estaba en la cueva navarra de Abauntz
En las excavaciones que se llevaron a cabo en la cueva de Abauntz (Arraitz, Nafarroa) entre los años 1993 y 1994, se hallaron varios bloques de piedras. Tras quince años de trabajo, un grupo de investigadores ha concluido que en uno de ellos está grabado un mapa de 13.660 años de antigüedad. En él se puede observar un croquis que representa el paisaje circundante, con los ríos, montañas y charcas del entorno de esta cueva, que habitaban, según la tradición, las lamias.GARA | GASTEIZ
La cueva Abauntz guardaba un gran tesoro en su interior. Uno de los bloques de piedras que se encontraron en las excavaciones de 1993 y 1994 tenía un mapa de 13.660 años de antigüedad, que ha resultado ser el más antiguo que se conoce en Europa occidental. Según un equipo de investigadores aragoneses, en la piedra se puede ver un croquis que representa el paisaje circundante, con ríos, montañas y charcas. La cueva está situada en Arraitz (Nafarroa) y es conocida en la zona como «Abaunzko Lamizulo», porque la tradición cuenta que estaba habitada por lamias.
Según señaló a Efe la catedrática de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza, Pilar Utrilla, del Departamento de Ciencias de la Antigüedad, después de quince años de investigaciones, han logrado descifrar que sus grabaciones corresponden a un mapa de la zona. El hallazgo de este mapa paleolítico fue publicado el pasado día 21 de julio por la revista «Journal of Human Evolution».
Desde 1993
Según relató Utrillas, en 1993 hallaron dentro de la cueva dos bloques de piedra. Las piezas tenían un peso de entre kilo y kilo y medio, y veinte centímetros de largo. El material era calizo, blando por fuera, lo que habría facilitado su grabación. Un año más tarde, en 1994, descubrieron otro bloque de similares dimensiones en el mismo nivel arqueológico. Una vez calibrada la fecha y datada con la técnica del carbono catorce, concluyeron que los bloques tenían 13.660 años de antigüedad.
De los dos bloques, uno es una lámpara de iluminación con ríos y animales dibujados en su lateral y el otro es el que, según acaban de publicar los investigadores, representa con mucha fidelidad el paisaje circundante de la cueva de Abauntz.
En la piedra, probablemente tallada con un buril, aparece grabada la montaña situada enfrente de la cueva, la de San Gregorio, así como el río, sus afluentes y el llano, en el que diversos círculos quizás representaban zonas con agua encharcada en invierno, además de los animales que vivían en ese lugar.
Otra de las piedras, que tiene grabada una cabeza de caballo, se puede observar actualmente en el Museo de Nafarroa. El museo ha cedido las otras dos de manera eventual al Departamento de Antigüedad de la Universidad de Zaragoza para su investigación.
«Plano del tesoro»
Según Utrilla -que comenzó a excavar la cueva en 1976, animada por el fallecido antropólogo vasco Joxe Miguel de Barandiaran-, probablemente los habitantes de esa zona en la antigüedad dejaban los bloques grabados en cueva para acordarse de dónde estaban situados los sitios, sería para ellos «como un plano del tesoro».
Para llegar a estas averiguaciones, han utilizado medios audiovisuales, microscopios y escáner en tres dimensiones, entre otras técnicas, siempre sin entrar en contacto directo con las piedras para no dañarlas.
La catedrática de Prehistoria explicó que tan sólo en Europa central, en la antigua Checoslovaquía, concretamente en Moravia, se han encontrado dos grabados en hueso similares a los de la cueva navarra, pero más antiguos.
El artículo publicado en el «Journal of Human Evolution» está firmado, además de por Utrilla, por Carlos Mazo, Mari Cruz Sopena, Manuel Martínez-Bea y Rafael Domingo, del Grupo de Pobladores del Valle del Ebro, del Departamento de Ciencias de la Antigüedad.
En un futuro, según adelantó Utrilla, su objetivo es publicar un libro sobre la cueva de Abauntz con los descubrimientos en estos tres bloques y los de otros dos con pinturas.
En la piedra aparece la montaña situada enfrente de la cueva, la de San Gregorio, así como el río, sus afluentes y el llano, en el que varios círculos pueden pueden representar zonas con agua encharcada.
El grupo de investigadores que ha dado a conocer el hallazgo tiene el previsto publicar un libro sobre la cueva de Abauntz con los descubrimientos de los tres bloques de piedra y otros dos con pintura.
Arraitz es un pequeño pueblo del Valle de Ultzama atravesado por la regata de Zaldazain, que desciende de las montañas de Belate. Desde el mismo pueblo sale una pista que marcha paralela a la regata y que, al cabo de un kilómetro, nos lleva hasta una pequeña foz conocida como Arizarte. En la peña del lado derecho se encuentra la cueva de Abauntz, imposible de ver hasta que no llegamos hasta ella. Una estrecha y empinada senda, semioculta por la vegetación, remonta la ladera y en cinco minutos se sitúa en la entrada a la cueva. Basta una mirada al entorno para comprobar que se trataba de un lugar estratégico para la caza en la Prehistoria. Desde allí se domina a vista de pájaro la pequeña foz, paso obligado para los animales que vivían en el estirado vallecito de Zaldazain hace miles de años. Entre ellos se encontraba el uro, una raza de toro salvaje del que procede el actual toro de lidia. El riachuelo que atraviesa la foz aportaba no sólo agua, sino también peces y crustáceos, y la cueva servía de morada y refugio. La puerta de hierro que se colocó tras su descubrimiento no ha evitado el saqueo de algunos hallazgos, sobre todo huesos.
Iñaki VIGOR