Raimundo Fitero
Modelos
Los pocos programas de contenido cultural, en el sentido clásico, malviven en horarios imposibles por las parrillas de las televisiones públicas. En ocasiones se nota que están ahí por obligación, como si al programador le pareciera horroroso, pero como en muchos casos el dinero llega de la Consejería de Cultura, pues, hacen de tripas corazón y los colocan, con unos formatos muy aparentemente modernos, y con vocación de situarlos en los extrarradios, fuera de cualquier posibilidad de estropear un porcentaje de audiencias. Es un modelo de televisión público que tiene una mala relación con los asuntos culturales.
Pero existen programas culturales de primera instancia. Y los hay que son hasta buenos. Demuestran en cada entrega un estilo, una búsqueda de una definición estética, un lenguaje audiovisual, toda una suerte de elementos discursivos que les proporcionan una entidad por encima de la media, que los distingue y los dota de una ideación televisiva volcada como instrumento de comunicación de primera magnitud y eficacia. Me estoy refiriendo ahora a «Página2» que yo encuentro sin casi enterarme en el canal 24 horas de TVE, donde también veo esporádicamente «Miradas 2».
Hemos traído a este rincón a «Página2» varias veces y siempre de manera laudatoria. Y seguimos en ello, pero en las últimas entregas visionadas hemos descubierto una servidumbre que quizás sea circunstancial pero que nos tememos responda a un modelo imperativo de consumo. Nos ofrecen imágenes grabadas en grandes bibliotecas lo que nos parece ideal, pero también en grandes librerías, lo que nos parece obligado, pero esa retiración en tres focos únicos cada semana nos deja mal cuerpo. Lo podemos entender, son las más potentes y pueden ayudar económicamente a que el programa se realice, pero la intención del mismo, su exquisitez formal, debería corresponderse con la presencia, también, de otros modelos de librerías, y hasta de otros modelos de libros, editoriales y autores. Las listas de los más vendidos en esas grandes superficies, son las que son. Eso no se puede cambiar, pero hay otras maneras de bailar el tango, Y ellos las saben. Es cuestión de que también las difundan.