Los palistas vascos se lucen con la coreografía marina del kayak surf
La selección vasca confirmó su nivel en kayak surf, un deporte que consiste en surfear con una piragua. Tres campeones y un subcampeón a nivel individual y el segundo puesto de Euskadi por equipos en el Mundial de Santa Cruz confirman su nivel en una disciplina que engancha.
Miren SÁENZ
Euskal Herria es toda una potencia en kayak surf. Lo han vuelto a demostrar los participantes vascos en el reciente Campeonato del Mundo de Santa Cruz (Portugal), que ha coronado a nivel individual a cuatro de sus integrantes otorgándoles además la segunda posición en la competición por equipos. El Mundial, con frecuencia bianual y formato surfero, recaló hace un par de años en Mundaka. El triunfo vasco de entonces no fue un espejismo y se ha visto refrendado por la selección que acudió a las cercanías de Peniche, formada esta vez por dieciséis participantes. Y es que la prueba por equipos requiere de unos cuantos integrantes -cuatro seniors, cuatro damas y cuatro juniors-. Al sur de Lisboa, 160 palistas, en representación de 15 países, despidieron julio y dieron la bienvenida a agosto con la mayor participación de siempre en un Mundial al que acudieron desde Japón, Estados Unidos, Canadá o Galicia. No hubo selección española «somos vascos y queremos ir como Euskadi», ni francesa, un lugar donde la práctica del kayak surf está prohibida «ya que en la playa no se puede andar en piragua porque lo consideran una embarcación, a diferencia de aquí en donde está regulado como utensilio flotante».
En la competición por equipos sólo Inglaterra les impidió renovar el título de Mundaka. «Estuvo muy peleada y al final ganaron ellos por delante de nosotros, Irlanda del Norte fue tercero y Jersey, cuarto», recuerda Urko Otxoa, que también formó parte del Euskadi campeón de hace dos años. «Las olas son iguales para todos, no hay ventaja. Aquí no existe el factor cancha, aunque competir en casa te permite llevar un equipo íntegro e igual la motivación es mayor».
Los premiados
Lo dice Otxoa, dominador en la categoría IC -piraguas de más de tres metros, sin quillas, con la dificultad añadida de agarrarse menos a la ola, lo que implica una forma diferente de surfear-. El donostiarra, presente en las dos modalidades, no pasó de cuartos de final en HP, mientras en IC alcanzó las semifinales «por poquito» y llegó al momento cumbre. Tras diez minutos de deliberación de los jueces, le sorprendió gratamente ese «zorionak» lanzado por el speaker al nuevo campeón mundial. También en IC, en categoría femenina, brilló en lo más alto Ainhoa Tolosa. Edu Etxeberria se colgó la medalla de plata en HP -piraguas cortas que por debajo tienen quillas como las tablas- y el veterano Luis Abando, un palista de Bakio, se impuso en ambas modalidades en Gran Master. Otxoa atribuye los buenos resultados a que «aquí tenemos muy buenas olas y le ponemos un montón de ganas».
Él terminó de introducirse en el mundillo del kayak surf en el certamen de Costa Rica, a donde viajó junto con Edu Etxeberria, entrenador del Naútico, con el que comparte galones en el club donostiarra en labores de segundo entrenador. Aquella experiencia fue decisiva para dos palistas procedentes del slalom que descubrieron en las olas del mar «una pasión». A la vuelta compraron material y formaron un grupo de chavales con los que entrenan 3 ó 4 veces a la semana.
Este donostiarra de 29 años, licenciado en Filosofía, que ha ejercido de educador social y aprovecha los veranos para impartir cursillos de piragüismo en La Concha, compara su deporte con una coreografía en la que hay que aprovechar la fisonomía del mar: «La ola marca el ritmo y tu te tienes que adaptar a los huecos que deja. Se trata de sacar el máximo aprovechamiento y hacer las maniobras más radicales posibles cuando esta va a romper y tiene más fuerza. El que mejor se adapta gana».
Reconoce que la sintonía engancha. «Para mí es mi fuente de la felicidad. Un día con olas vuelvo a casa con la sonrisa de oreja a oreja». Por ponerle alguna pega reconoce que «a nivel de competición cualquier deporte exige mucho. Éste castiga la espalda».