Una reflexión sobre personas desaparecidas
Tal y como declaraba recientemente el diputado francés Jean Grenet al ser preguntado por Jon Anza, es cierto que al cabo del año desaparecen más personas de las que se suele pensar. También es verdad que algunos de esos casos son «patrañas» -parafraseando a Rubalcaba-, como en el típico cuento de «bajó a por tabaco y...». No es menos cierto que en ningún caso conviene frivolizar, porque detrás de la mayoría de esos casos se esconde una tragedia. Y, tras alguno de ellos, incluso un crimen, como parece ser el caso de Azkoitia. Las respuestas de esos políticos no señalan ni prudencia ni respeto, sino una falta absoluta de responsabilidad y, quizá, algo más.
Lo cierto es que pese al apagón informativo sobre la desaparición de Jon Anza, a pesar de las descalificaciones de esos responsables políticos, pese al tiempo transcurrido... muchas personas dentro de la sociedad vasca tienen en mente ese caso cada vez que aparece un cadáver desconocido en extrañas circunstancias. Incluso los medios de comunicación que ocultan sistemáticamente que un miembro de ETA ha desaparecido en el Estado francés realizan despliegues que les vacunan ante la posible noticia de un fatal desenlace al respecto. Todo lo cual indica que nadie cree en realidad la versión oficial y que la labor de denuncia de sus allegados está surtiendo efecto.