El Gobierno golpista de Roberto Micheletti suspendió ayer la visita que una delegación de cancilleres de la Organización de Estados Americanos (OEA) tenía previsto hacer a Honduras. La causa de esta suspensión es el rechazo que el Gobierno de Micheletti muestra a la presencia del secretario general de la OEA, José Miguel Insulza.

Según un comunicado difundido por la Cancillería hondureña, la «intransigencia» de Insulza por querer formar parte de la misión y de excluir de ésta a países abiertos a que se reconsidere la suspensión de Honduras de la OEA «ha hecho imposible que se convenga la cita en la fecha prevista». Asimismo, calificó el ejercicio de Insulza como «parcial y falto de profesionalidad».

La delegación de la OEA, formada por seis cancilleres y funcionarios del organismo, aboga por reinstalar al legítimo presidente de Honduras, Manuel Zelaya. Aunque tenía previsto llegar mañana a Tegucigalpa, el Gobierno dijo que la recibirá en otra fecha si Insulza no forma parte de la misma.

En medio de este tira y afloja entre las autoridades, la resistencia contra el golpe de Estado mantiene paralizado al país centroamericano. Dirigentes hondureños afirman que las movilizaciones, que cumplieron el sábado 42 días, «mantienen a sectores importantes casi totalmente paralizados y toman cada día más fuerza».

Tras la ruptura del orden constitucional por la expulsión del presidente Zelaya y a pesar de que las autoridades golpistas insisten en que se trata de un «paro parcial», sectores como la salud, la educación y el transporte están prácticamente paralizados. Los cuatro aeropuertos más importantes del país han tenido que ser cerrados ya que 95 técnicos y operadores se sumaron a las protestas.

Por su parte, el líder campesino Rafael Alegría expresó su desacuerdo con el acuerdo de San José, porque supone renunciar a la cuarta urna, tal y como defendía Zelaya.

En este contexto, miles de personas participaron en la Marcha Nacional de Resistencia Popular hacia la capital y San Pedro Sula.