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Anjel Ordóñez Periodista

El batiburrillo de poderes

Han pasado ya casi once estíos, pero recuerdo con nitidez las horas, los días, la semanas que siguieron al cierre del periódico «Egin». Fueron momentos de una profunda angustia, cuyas severas consecuencias, tanto sociales como personales, perduran en estos días. Difícil será olvidar aquel «¿pensaban acaso que no nos íbamos a atrever?» del señor bajito y toscamente abigotado, patriota constitucionalista que se despojaba sin pudor, ebrio de satisfacción, de los molestos ropajes democráticos a los que nunca se acostumbró porque nunca quiso hacerlo. El estamento judicial le recriminó entonces -siquiera de forma tibia- la licencia del soberbio que se siente vencedor. No me pregunten por qué, pero todavía escocía en algunos ámbitos jurídicos semejante confesión, que dejaba al aire las impudicias de un sistema que realmente nunca cambió, porque nunca quiso hacerlo.

La perspectiva de los años nos dice que aquella reprimenda fue un espejismo. O, acaso, el rubor de la primera vez. A partir de ahí, todo ha ido sobre ruedas y cuesta abajo. A día de hoy, hasta el político más mequetrefe se cisca en la separación de poderes, en Hamilton, Locke, Rousseau, Montesquieu y en toda la Ilustración si hace falta, con el siempre aplaudido objeto de flagelar a una amplia parte de la sociedad vasca y, de paso, subir un peldaño en su mezquina carrera. Ya nadie en la magistratura se rasga la toga cuando Rubalcaba hace unos días, y ayer mismo Idoia Mendia, portavoz del Gobierno de Patxi lehendakari, llegan a asegurar que «la izquierda abertzale no estará en las elecciones forales y municipales». Hace tiempo que, en el fondo, los jueces no pintan nada. Ahora, tampoco en la forma.

«Tolerancia cero», dicen. No sé si la tolerancia es la solución, a mí se me ocurren mejores recetas, a base distensión, diálogo y respeto, sin límites ni escalas. Lo que sí sé es que poner a cero el termómetro de esa tolerancia nos coloca al borde del abismo que supone, aun involuntariamente, entrar en valores negativos. ¿Dónde colocamos, por citar sólo el ejemplo más reciente, la bala enviada a la txupinera Sonia Polo? ¿Tolerancia-1?

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