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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Confesión de parte

Debe ser cosa del calor que pasan por esas tierras de España, pero a algunos se les ablandan las meninges y lo cuentan todo. Aunque pretendan atribuir al prójimo los pecados propios.

Luis María Ansón, desde «El Imparcial» nos explicaba como se lo montan algunos y recurría para ello a la parábola, como el nazareno: «ETA necesita el dinero fácil de los Ayuntamientos. Si no puede participar en las elecciones del año 2011 su hacienda se resquebrajaría. Como la banda le tiene tomado el pulso a Zapatero, ha iniciado ya su campaña para presentarse a las elecciones, a través de un brazo político, hoy por hoy, no identificado». Quiere decir Ansón que los partidos que le gustan se financian «con el dinero fácil de los Ayuntamiento». O sea, que se lo llevan crudo, en bolsas del Corte Inglés. Es el subconsciente, siempre tan traicionero.

Luego empieza a mezclarlo todo: «La casa cuartel devastada y los atentados de Mallorca son sólo el botón de muestra de lo que los etarras todavía pueden hacer. Cuando hayan terminado de recrear el clima del terror, Otegui, un `hombre de paz' según Zapatero, ofrecerá una tregua y negociará bajo cuerda la presentación de ETA a través de un partido títere como se hizo con AVN y como se ha hecho en otras ocasiones. Esperan los etarras que Zapatero, a pesar de las sabias palabras de Rubalcaba, embista la muleta, entre otras cosas porque está claro que el presidente no ha renunciado a presentarse como el gran pacificador y mantiene relación con la banda a través de los buenos oficios -y bien pagados- del instituto suizo Danant». Mira por dónde, eso sería bastante sensato.

Pero la psique vuelve a hacer de las suyas y desnuda, otra vez, los apetitos disimulados de Ansón: «No se puede descartar que Zapatero cometa el error de volver a la negociación política con ETA y que acepte un partido enmascarado que gane para la banda terrorista alcaldías y concejalías, plataformas muy útiles para hacer negocios». El drama de Ansón y los suyos es que no han podido mostrar ni un solo caso -ni uno, oiga- de corrupción en los ayuntamientos que gobierna la izquierda abertzale. En los otros -en muchos- las alcaldías son, en efecto, «plataformas muy útiles para hacer negocios». ¡Si es que lo dice Ansón!

 

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