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Mistery train

IIratxe FRESNEDA | Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

Peregrino es aquel que anda por tierras extrañas, una persona que, por «devoción o voto», va a visitar un santuario. Extraño, raro. Algunos peregrinan hacia Santiago de Compostela, hayan realizado o no su voto; otros parten hacia la Meca, otros van hacia Graceland, en busca del rastro de Elvis. Elvys está muerto, murió en el 77, un 16 de agosto, pero hay quien con su «devoción» mantiene viva a la estrella.

Siempre me ha resultado difícil entender este tipo de fenómenos, el de los fan, los mitómanos... Pero lo cierto es que, al mismo tiempo, me parece un fenómeno sociológico fascinante del que se pueden extraer muchas historias interesantes. Algunas quizás sean más atractivas que la del mismo personaje idolatrado. Volviendo al tema del peregrinaje, se me ocurre que, teniendo cerca el aniversario de la muerte del Rey, que no estaría de más acercarse a las historias que nos cuenta un realizador fuera de órbita como es Jim Jarmusch. Debutó con «Permanent vacation», donde comenzaría su interés por los personajes al margen; más tarde ganaría con «Extraños en el paraíso» la Cámara de Oro de Cannes. Obras como «Coffee and cigarrettes» o «Ghost dog, el camino del samurai» hacen grande a Jarmusch. «Broken flowers" es su última cinta (rueda «The limits of control») , una película que repite una constante a lo largo y ancho de su filmografía: el viaje. Sus imágenes son precisas, llenas de información y el tiempo del relato fluye con las necesidades de los personajes. Su cine es especial, nada común, agridulce, delicioso. En «Mistery train», una cinta que rodó a finales de los ochenta, nos habla del viaje que emprenderán los distintos personajes, que confluirán a través de tres episodios, tres historias. Las tres historias se acabarán encontrando una noche en Memphis en un hotel en decadencia. Elvis es su nexo de unión. Dicen que es una de las películas más complejas de Jarmusch; puede ser, lo cierto es que en ella existen detalles difíciles de olvidar e historias como la de los dos japonenses en «Along way from Yokohama», la historia de una viuda italiana que escolta el ataúd de su marido hasta Italia, y la de tres torpes ladrones por accidente.

Todas ellas nos hablan de ese peregrino que llevamos dentro, de la búsqueda en la que todos participamos de un modo u otro. La búsqueda en la que Elvis también se vio implicado y que le llevó hacia un final trágico que lo convirtió en un mito, un santo al que adorar, muerto en Memphis, un lugar hacia donde algunos continúan peregrinando.

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