Jon Odriozola Periodista
Neonazis
Aquí no ha habido una revolución, sino una contrarrevolución permanente de la que ustedes, los socialfascistas, son los primeros beneficiarios, sostenedores y valedores del gran capital a cambio de las migajas que les dan
El busilis de la cosa es sencillo: se trata de que sus señorías condenen la sublevación militar-fascista del 18 de julio de 1936 acaudillada por el criminal de guerra general Franco y también la «guerra sucia» y el terrorismo de estado que sobrevino a la muerte del dictador. Si hacen eso, seremos generosos y no les meteremos de por vida en la cárcel (como hacen ustedes con los revolucionarios) y les brindaremos un dorado exilio donde puedan disfrutar de todo lo que han robado al pueblo y puedan despotricar de la falta de libertad de expresión que les quitó a ustedes la libertad de mentir y pagar a quienes mienten por ustedes.
Pero, claro, ustedes no van a hacer eso por, al menos, una razón: aquí no ha habido una revolución, sino una contrarrevolución permanente de la que ustedes, los socialfascistas, son los primeros beneficiarios, sostenedores y valedores del gran capital a cambio de las migajas que les dan y, por lo tanto, no se sienten en la obligación de «condenar» nada sino, al contrario, beben los vientos de quienes ganaron la guerra siendo que más de la mitad de ustedes descienden genéticamente de los vencedores, o sea, de fascistas, y obligan, como en la Santa Inquisición, a «condenar» la violencia revolucionaria de quienes no dan su brazo a torcer aun así los torturen y los enchironen de por vida, algo que sus burguesas mentes no entenderán jamás a no ser que se les fuerce a ello.
Pero, aunque condenen el «alzamiento nazional» fascista contra la legitimidad de la II República (burguesa, pero mil veces más democrática que esta II Restauración borbónica digitalizada por Franco), no lo creeremos al igual que el ministro del Interior, señor Rubalcaba, presunto él, químico de profesión y atleta en sus años mozos y no malo, no creería en la «transverberación» mística del batasunismo si a éste le diera la vena de «condenar el terrorismo». Ha tirado usted por la borda -como dijera el conspicuo Patxi Zabaleta- treinta años de propaganda política en la que, ya se ve, ni usted mismo creía (pero quería hacer creer y aborregar a la gente). Y es que a usted, mesié, y por extensión al Estado, pues que de cuestiones de estado estamos hablando, no le importa ETA, sino el problema de fondo que subyace y del que ETA no es más que, por muy vituperables que sean sus métodos de lucha, un síntoma y una manifestación (llevan ¡50 años!) del llamado «conflicto», esto es, las ansias de libertad de la gran mayoría de este pueblo políticamente oprimido al que se le niega la voz para expresarse libremente en un sentido o en otro.
Recuerdo que mi primo Angel Gaminde, prestigioso abogado, me decía que con Franco no había libertad... ni para delinquir. Con ustedes, neonazis, no hay libertad ni para decir esta boca es mía. ETA, ustedes lo saben de sobra, no es la causa de nada, políticamente hablando, porque aquí estamos hablando de política y no de «terrorismo», que es lo que ustedes quieren inficionar e inocular en los instintos y no la conciencia del pueblo, sino la consecuencia de aquellos barros de los que ustedes son el lodo. Distinta cosa es que parezca que ustedes se lucren enfangándose en él. No se despisten, porque puede que llegue un Hércules colectivo que limpie esos establos nauseabundos de Augías. Y, entonces, nadie se acordará de ustedes salvo para vilipendiarlos.