Javier Ramos Sánchez Jurista
Sobre coherencias y posibilidades
Ahora va a resultar que los comunistas no pretendemos abolir la propiedad privada de los medios de producción, ni considerar el derecho a la vivienda como un bien básico sobre el que no cabe comerciar, sino que hemos nacido para parchear al sistema capitalista sorteando cuatro casas como si fueran la chochona
Nos ilustra el ex consejero Javier Madrazo acerca de los principios políticos que deben guiar a una organización de izquierdas, con ocasión de la muerte en atentado de dos guardias civiles en Mallorca. Y para ello no encuentra mejor ejemplo que el de comparar a una organización que se reclama comunista y a la que parece pertenecer (PC-EPK) con la militancia de la izquierda abertzale. Como es natural, el resultado de su análisis no favorece a la militancia abertzale de izquierdas.
Lo más curioso es el argumentario que utiliza. Así, ahora resulta que el PC-EPK ha sido siempre un «abanderado de la paz» y «coherente» en dicho afán pacifista. Empero lo cual esa ejecutoria no concuerda con la trayectoria del Partido. Por no remontarnos más atrás bastaría con recordar el período 1942-1952, en el que dicho Partido estructuró y ejerció la dirección de los guerrilleros o maquis, entonces denominados por el régimen «bandoleros» o «huidos» por el afán de desacreditar cualquier intencionalidad política en la lucha armada contra el régimen ¿le suena a algo, señor Madrazo? Esta actividad armada, sólo en el sector de Asturias, produjo 152 guerrilleros muertos, por 148 que ejecutaron ellos. Entonces no parecía que el derecho humano a la vida fuera, sin más, el único elemento a tener en cuenta por el PCE. Repárese en el hecho de que la guerra había terminado y se vivía en lo que un destacado «demócrata de toda la vida», compañero de escaño del articulista, ha dado en llamar una era de «extraordinaria placidez».
Los fines no justifican los medios, nos dice el auto r. Yo creo que sí, todo es cuestión de fijar cuáles son esos fines y esos medios. Seguramente estaremos de acuerdo en que la tortura (medio utilizadísimo por muchos abanderados del derecho a la vida) afecta y degrada la dignidad humana, que para mi es un fin, del que la vida en sí misma, biológicamente considerada, es el medio.
«La izquierda tiene que estar con los más débiles -añade el ex consejero- y los más débiles son las víctimas de la violencia y quienes se saben amenazados». Pues sepa, señor, que tan «débiles» no serán quienes, por ejemplo, torturaron salvajemente hasta la muerte al camarada Casto García Roza o a Celestino Uriarte Bedia, entre tantos miles más, a quienes el Partido que usted menciona había enviado para organizar la lucha armada de la guerrilla, y que usted ahora llamaría «terrorismo» de una «banda armada».
No me extraña ese revisionismo en alguien que hace tiempo ha abandonado las más simples señas de identidad comunistas, pero déjeme que me indigne ante ese gesto de escupir en las tumbas de quienes fueron mandados al matadero por cumplir órdenes precisamente del mismo Partido que ahora reniega de tales métodos. ¡Hipócritas!
Claro, me dirá usted, eso son cosas del pasado, de otras circunstancias, en un régimen sin libertades y sin elecciones libres, un régimen que prohibía la libertad de prensa y encarcelaba y torturaba al disidente, y el actual régimen sin embargo es... ¡caramba, qué coincidencia! Pero no hace falta retrotraerse tanto, bastaría con citar a «débiles víctimas» como el señor Melitón Manzanas o a quienes torturaron hasta la muerte a Zabalza. Creo recordar que estos hechos se produjeron vigente ya la «democracia» que usted y los suyos tanto vitorean.
¿Y qué tal si nos vamos acercando un poco más? ¿Le suenan nombres como Popo Larre, Naparra, Basajaun, Portu, Sarasola, Anza..., o de personas que apuestan, que siempre han apostado, por «vías pacíficas y democráticas» y se encuentran encarceladas en la actualidad? ¿Qué clase de violencia contra los derechos humanos ha ejercido cualquiera de los miembros encarcelados de la Mesa Nacional de Batasuna o de otras agrupaciones actualmente ilegalizadas? Ninguna, lo sabe usted y lo sabemos todos. Ahora bien, nunca hubiera creído de un dirigente ¿comunista? que exigiera a nadie «condenar» para poder existir políticamente. Tal expresión, importada de sus correligionarios de bancada «democrática», es impropia de un comunista. Porque lo que es condenar, sólo condenan los jueces y los curas. Y como sé que usted no es juez...
«La izquierda no debe ser tolerante con el totalitarismo», dice usted, y me parece una frase redonda, feliz. La cuestión ahora reside en definir el totalitarismo. Para mí es aquella ideología que no respeta la decisión democrática de un Pueblo y de las personas que lo componen, sino que impone la suya por la fuerza. Y ya nos vamos acercando al quid de la cuestión, señor ex consejero.
La cuestión no es otra que el respeto a la voluntad del Pueblo vasco, paso básico y previo al posterior ejercicio de otras políticas dirigidas a «las necesidades reales de las personas, vinculadas al empleo, la vivienda, las pensiones o el medio ambiente». No ponga el carro delante de los bueyes, señor Madrazo.
Usted mismo pertenecía no hace mucho a un gobierno que pretendía preguntar a la población vascongada sobre su marco jurídico-político y cuya consulta fue prohibida por el brazo togado del gobierno español con la chulería de un sargento chusquero.
Entonces caí en la cuenta de que era usted marxista, pero de Groucho, no de Karl, pues dejó bien claro que esos principios que abanderaba, si no gustaban al Poder español, tenía otros para sustituirlos: la vivienda, la jubilación, el paro... ¡vaya poca vergüenza! Pero claro, todo esto parecerá comprensible en alguien que ha sustituido los principios comunistas por las excentricidades de un tombolero de viviendas.
Ahora va a resultar que los comunistas no pretendemos abolir la propiedad privada de los medios de producción, ni considerar el derecho a la vivienda como un bien básico sobre el que no cabe comerciar, sino que hemos nacido para parchear al sistema capitalista sorteando cuatro casas como si fueran la chochona. A eso se llega cuando se empieza por renegar del pasado, de los principios y de la lucha en sí y se confunde el culo con las témporas. ¿Lecciones de izquierdismo de usted? Ninguna.