Las mismas instituciones que predijeron que los ecos de las fechorías de los financieros de EEUU no alcanzarían al viejo continente se muestran ahora optimistas al percibir signos de recuperación en la economía.

Cuando todos los indicadores, desde los que registran el desempleo virtual hasta los que maquillan el costo real de los productos básicos, ponen en evidencia que el arranque del nuevo curso se presenta especialmente cuesta arriba, desde los pulpitos de la estadística se expanden ciertos mensajes en positivo. Se trata de garantizar que los consumidores -antes ciudadanos- pasen por caja con más alegría, sin pensar antes de comprar. El poder de reflexión es el enemigo numero uno de un modelo económico cuyo motor es el despilfarro. Los financieros que componen el coro celestial del BCE y acólitos no tienen miedo a la cuesta de setiembre.

Las proclamas en favor de la refundación del capitalismo que esparciera Sarkozy entre sus colegas del G20 y otros aliados cercanos ¿han dado sus frutos? Más bien parece que los banqueros han sabido emplear con acierto los miles de millones que les entregaron los gobiernos para sanear cuentas y volver por sus fueros. A finales de mes los banqueros acudirán a su cita con el presidente de la República. Le dirán que sus ideas son estupendas pero que ellos prefieren devolver -a su manera, en los plazos y montante que estimen oportunos- lo recibido de la hucha del Estado. Todo antes que renunciar a sus potestades.

Las primas millonarias están de vuelta, si algún día dejaron de existir. El club de la opulencia se regenera a su imagen y semejanza, pase lo que pase en el piso de abajo. A Sarkozy le queda un recurso. Fichar antes de la reunión con el selecto club de los usureros a ese loro de Papúa Nueva Guinea que se ha colgado al cuello la medalla de bronce en un concurso de Bolsa. La mascota aventajada de Madoff ha desplumado a un buen número de inversores y ha cerrado sesión con beneficios por encima del 13%.

Y si falla lo de contratar al pajarraco siempre queda el recurso de pagar a escote el desatino, es decir de seguir desplumando a la ciudadanía. Pongamos con un nuevo paquete de reformas anti-sociales a la vuelta de verano.