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Partido del centenario de la Real Sociedad

Los blanquiazules dan la cara frente a una enorme tarta de cumpleaños

Se asumía de antemano que no caer ante el Real Madrid era casi una quimera. Pero que mejor fecha para soñar que un cumpleaños. Y no uno cualquiera. La Real cerró los ojos, sopló las velas y pidió dos deseos. El primero no se vio cumplido, porque en el fútbol dos y dos suman cuatro más veces de las que se cree y el Madrid es demasiado equipo para esta Real. Pero visto lo visto, hay que ser optimistas y pensar que el segundo deseo sí puede cumplirse. Allá por junio.

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REAL SOCIEDAD 0

REAL MADRID 2

Imanol INTZIARTE | DONOSTIA

La fiesta no pudo ser completa, pero entraba en lo previsible. De lo contrario, el invitado hubiera sido otro. Vino el Real Madrid a Donostia y ganó, sí, pero la Real no le perdió la cara en ningún momento y buscó jugar al fútbol sin abogar por la guerra de guerrillas.

Ni Martín Lasarte ni Manuel Pellegrini se guardaron nada. Sin complejos ante un once plagado de estrellas mundiales. Los blanquiazules, respaldados por una afición que echaba de menos «animar» a los merengues -Guti y Cristiano fueron la principales dianas-, se propusieron tutear al rival en la medida de sus posibilidades.

Tanto fue así que el primer disparo con intención fue de Zurutuza, aunque se fue desviado. Más cerca anduvieron, sobre el cuarto de hora, de Xabi Alonso y CR9. El chut lejano del primero lamió la madera, el del segundo fue desvíado por Bravo.

El portugués volvió a perder su duelo con el meta chileno en una falta desde la corona del área y Raúl no supo aprovechar el rechace. Los merengues -la lógica manda-, movían el balón buscando un hueco que los realistas se esforzaban en no dejar. Pero la amenaza era latente.

En el haber de los locales cabe reseñar que en ningún momento buscaran el pelotazo. Fruto de ello llegó a la media hora una inmejorable oportunidad. Centro del colombiano Estrada, dejada de Zurutuza y cabezazo fuera de Agirretxe cuando estaba en la cal del área pequeña solo ante Casillas. De las que no se suelen tener muchas.

El Madrid seguía a lo suyo, marrando oportunidades. Como aquél que gasta su dinero alegremente sabiendo dónde conseguir más sin excesivo esfuerzo. El empate a cero y lo visto sobre el terreno de juego dieron mayor sabor al consabido bocadillo del descanso.

Como sucediera en la primera parte, el primer remate de la reanudación corrió a cargo de Zurutuza, al rematar de cabeza fuera un córner. El guión continuó idéntico. Otra falta lanzada por Cristiano, Bravo que no ataja y el rechace para un rival. Raúl había perdonado, pero Benzema no. La galaxia de Florentino comenzaba a imponer su ley, que una cosa es hacer un favor y otra no ganar a un Segunda. Llegó el carrusel de cambios y una fase más anodina, bien por la relajación de un Madrid que ya había hecho los deberes, bien por una Real que quería pero a la cual le costaba un horror llegar al área visitante. El peligro llegaba a cuentagotas y, casi en exclusiva, sobre la meta local.

Restaba menos de un cuarto de hora para el final cuando Anoeta se ponía en pie para aplaudir a Xabi Alonso, uno de los protagonistas de la noche. Moría el crono cuando Sneijder, de falta directa, ponía el 0-2 en el electrónico.

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