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Crónica | Bilboko jaiak

El desfile de la ballena pone el colofón al día en el que los más txikis han sido protagonistas

La pleamar vuelve a llenar la gran vía bilbaina de magia y alegría en un desfile de la ballena cada vez más multitudinario. Baly volvió a sacar de paseo a toda su familia, que crece año tras año, y no dejaron pasar la oportunidad de mostrar sus mejores juguetes, tanto clásicos como tradicionales, a todos los presentes.

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Ruben PASCUAL

Hay actos de Aste Nagusia que son de sobra conocidos para todos, y que cada año que pasa se convierten en una cita más obligatoria. El desfile de la ballena es una de esas actividades, y los seguidores de Baly y su familia no fallaron.

Dicen que la sonrisa de un niño no tiene precio. La tarde de ayer fue una clara prueba de que cuando los txikis disfrutan, los más mayores recuperan una parte de su niñez.

La de ayer fue una forma inigualable de encarar la recta final de la primera jornada completa de las fiestas bilbainas. Los más txikis fueron claros protagonistas en este día, y supieron cumplir con creces su papel.

Muchas horas antes de que el reloj marcara las siete de la tarde, Baly arribó al Arriaga, acompañada de su familia, y fueron muchos y muchos los niños que se acercaron para sacarse fotografías con la ballena. A medida de que las agujas se acercaban a la hora de inicio del desfile, la gente empezó a agolparse en los aledaños de la Gran Vía.

Los niños esperaban expectantes, e incluso con un punto de nerviosismo el inicio del paseo en el que la arteria bilbaina dejaría de lado el estrés que afronta diariamente para convertirse en un escenario repleto de risas, confeti y serpentinas.

Cuando los primeros golpes de los tambores de La Banda del Surdo se dejaron oír, niños de todas las edades entendieron, entre risas, aplausos y gritos que el desfile estaba a punto de empezar.

Apenas unos minutos más tarde, Baly y toda su familia pudieron nadar en un mar, en el que los niños, y las serpentinas y confeti que éstos lanzaron hicieron las veces de agua, regalando simpáticas escenas al paso de la comitiva, que encabezó el pregonero Joseba Solozabal.

Tras él desfilaron la ballena Baly, junto a su pareja, El Pulpo y los hijos de ambos: el Besugo y el novato Txangurro, que supo dar la talla en su primer desfile.

Intercalados con ellos, la Banda del Surdo, la Orquesta Tocá Rufar, el grupo Xarop de Canya y el Orfeón San Antón se encargaron de dar el toque musical a la alegre kalejira.

Tras la familia más marina de Bilbo, desfiló una gran variedad de juguetes: desde el clásico cohete de Tintín o el submarino amarillo hasta un gran robot de cinco metros hecho con contenedores de basura reciclados.

Sin embargo, el desfile de la ballena no fue el único acto para los niños, ya que se trató de un día en el que tuvieron numerosas actividades en las que participar.

Los más madrugadores asistieron a la bajada de Gargantúa, mientras escapaban de los golpes de los cabezudos y observaban la curiosa forma de bailar de los gigantes. Además. el Txikigune fue inaugurado por los niños que no dudaron en empezar a brincar en los hinchables.

Por otro lado, también tuvo lugar el primer acto del amplio programa que las comparsas han organizado para el disfrute de todos aquellos que se acerquen a Aste Nagusia.

La Txalaparta Festa organizada por los comparseros reunió a decenas de personas. Durante la hora y media que duró el concierto, se pudieron apreciar dos partes: una dedicada al folklore de Euskal Herria, y otra en la que fusionaron la txalaparta con el flamenco.

Otra de las personas que no quiso perderse Aste Nagusia fue el lehendakari, Patxi López, que decidió retratarse ante algunos medios mientras salía a tomar unos «potes» por el Casco Viejo bilbaino, junto a su mujer Begoña Gil y el también edil del PSOE en Bilbo, Txema Oleaga.

Los bilbainos que en ese momento disfrutaban de una so- leada mañana de Aste Nagusia respondieron con una total indiferencia. Tras posar de modo figuradamente improvisado ante los medios, Patxi López abandonó el lugar.

 

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