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Jon Odriozola Periodista

Discursos de papagayo

Sabemos que se quieren desnaturalizar las fiestas populares de pueblos, villas y ciudades porque les revienta la alegría y entrega desinteresada de lo mejor y más avanzado y consciente de este indomable pueblo

No se sabe dónde está Jon Anza (o quizá sí), pero sí sabemos que Fidel Castro es un dictador. Cada vez hay más trabajadores que las pasan putas, mientras el Capital se va de putas, pero sabemos que Castro es un dictador. Sabemos que para el Gobierno Vasco, encabezado por un lamebotas sucursalista mendaz que dijo en precampaña a sus «bases» que nunca, en caso de ganar las elecciones, pactaría con el PP, ha incumplido su palabra, pero también sabemos, como compensa- ción aliviadora, que Cuba está regida por el coturno de un dictador. Sabemos que no se puede ser solidario con las presas y presos políticos de este país porque, remedando a Fraga, la calle es suya y os vais a enterar, joputas, pero, ah, también sabemos que Fidel Castro es un dictador. Sabemos que los familiares y amigos de los prisioneros no piden dinero para visitarlos en casa cristo, sino sólo que los acerquen a Euskal Herria, pero también sabemos que Castro es un dictador.

¡Hay tantas cosas que sabemos en esta llamada sociedad de la información, ¿no es cierto? Por ejemplo, sabemos de la corrupción que se traen entre manos los grandes partidos políticos, aunque ignoremos que no es más que la punta del iceberg que sacan con afanes partidistas, pero también sabemos, nos lo dicen de continuo y machaconamente -hoy mismo se lo he escuchado en Radio Popular de Loiola (que no es precisamente Radio Intereconomía) a un tribuletillo con ínfulas- que Castro, oigan, es un «dictador». Podrían decir «sátrapa» o «tirano» -que no sabrán lo que significa ni histórica ni etimológicamente, al igual que ignorarán la función política que desempeñaba, al menos en el Imperio Romano, el concepto «dictador»-, pero así «informan», desde su supina nesciencia, a sus oyentes, haciendo suyo el discurso de papagayos dominante y alienante. O sea,desinforman.

Se denuncian torturas y sevicias, pero Castro es un dictador. Se niega la consulta por la patilla (y no digamos el innombrable derecho a la autodeterminación, vade retro) al pueblo vasco, pero Fidel Castro Ruz es un dictador aquí y en Sebastopol. Se nos recuerda que hoy -viernes 14, el lector leerá esto el martes 18- cumple 83 tacos, lo que, subliminalmente, nos viene a decir que los dictadores son longevos como Franco y Pinochet y que a ver si se muere de una puta vez para dar paso a la «democracia» y esas cosas. ¿Qué más sabemos? Sabemos que se quieren desnaturalizar las fiestas populares de pueblos, villas y ciudades porque les revienta la alegría y entrega desinteresada de lo mejor y más avanzado y consciente de este indomable pueblo, pero no ignoramos que Castro es un dictador del copón. Y es que, para un «demócrata» al uso y que se estila, una cosa no quita la otra, o sea, lo primero que se le exige es que asuma una filosofía de andar por casa, tipo Argiñano, o familia Alcántara, esto es, que no sepa distinguir entre la violencia de respuesta y la agresora del Estado, pues que ambas son muy malas (no se puede tomar un vermú a gusto, joder) para los «pacifistas» que, como sabemos por nuestro maestro Mario Benedetti, a quien uno conoció, «disparan a pacificar». Ah, se nos olvidaba: Castro es un dictador (de armas tomar).

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