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Los talibán asolan Kabul a escasas horas de los comicios presidenciales

Misiles contra el Palacio Presidencial, emboscadas contra convoyes de la OTAN, asaltos a cuarteles y ejecuciones de candidatos a lo largo y ancho de Afganistán. El país arde en vísperas de las elecciones presidenciales y provinciales del jueves. Muchos afganos reviven estos días el fantasma de la guerra civil que asoló al país tras la retirada soviética, período sangriento que precedió a la llegada al poder de los talibán.
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El primero de los dos días de reflexión previos a las elecciones presidenciales y provinciales del jueves marcó un nuevo récord en la intensidad y alcance de los ataques de la resistencia talibán por todo el país.

En el segundo ataque del mismo tipo en tres días, un kamikaze lanzó su vehículo cargado con explosivos contra un convoy de la OTAN en Kabul, concretamente en la frecuentada carretera que lleva a Jalalabad, la principal ciudad del este del país. Se trata de una arteria muy transitada por las tropas ocupantes, ya que está jalonada de bases militares extranjeras.

Un portavoz aliado reconoció que el ataque dejó un saldo de «varios soldados de la OTAN muertos y muchos heridos» aunque no dio más detalles.

El representante especial de la ONU en Afganistán, anunció asimismo la muerte de dos empleados locales aunque no pudo concretar si se incluían en el balance oficial de siete civiles muertos, además de 51 heridos, ofrecido por el Ministerio de Defensa del Gobierno de Kabul.

No fue el único atentado suicida de la jornada. Otro kamikaze se inmoló en un puesto militar en la provincia de Uruzgan (sur), matando a al menos cinco soldados afganos.

Al Palacio Presidencial

La guerrilla talibán atacó asimismo con misiles tanto Kabul como Jalalabad. Dos de los proyectiles impactaron en el perímetro del vasto complejo del Palacio Presidencial. Todo un síntoma del sitio creciente al que se ve sometido el actual presidente y candidato a la reelección, Hamid Karzai. Testigos aseguraron que al menos uno de los misiles alcanzó las instalaciones presidenciales y provocó un incendio.

Y es que los talibán, que reivindicaron en llamada telefónica todos estos ataques, han demostrado de sobra su capacidad para fijar cualquier objetivo, como quedó patente el pasado sábado cuando atacaron con un coche-bomba el cuartel general de la OTAN (Isaf) en Kabul, una de las zonas más vigiladas del ocupado país.

A escasas horas de la apertura oficial de los colegios, la población de Kabul revive el fantasma de los ataques diarios que sufrió durante la guerra civil que siguió en los noventa a la retirada soviética.

Y eso que la capital está literalmente tomada por miles de soldados, nativos o extranjeros, por policías o mercenarios armados con kalashnikov o con ametralladoras ligeras.

«Como el pan»

El jefe de los servicios secretos afganos, Amrullah Saleh, resumió la situación. «La seguridad es como el pan. Un bien que necesitas sin cesar. Será para siempre nuestra preocupación y es un bien que necesitaremos siempre», señaló resignado.

Un total de 300.000 efectivos están movilizados estos días para tratar de impedir que los grupos de la resistencia boicoteen con sus armas los comicios.

La Comisión Electoral Central asume ya que un 12% de los colegios no abrirán sus puertas. Cálculo optimista si atendemos a las fuentes sobre el terreno y a las crecientes denuncias de que se prepara un fraude de grandes dimensiones.

Porque la campaña talibán no se limita a sus feudos del sur y este y a las grandes ciudades y alcanza ya todo el país.

El pasado lunes moría en una emboscada un candidato provincial en Mazar-i-Sharif, en el norte del país, en relativa calma hasta hace poco. Ya son tres los candidatos provinciales muertos durante la campaña.

Mientras Afganistán se desangra nuevamente, aumentan las bajas entre las tropas extranjeras. Dos soldados estadounidenses murieron ayer mismo en una emboscada en el este.

Los extranjeros huyen de forma masiva o se encierran en casa

A escasas horas de las elecciones, dos son las opciones para los miles de extranjeros que llegaron al país tras los bombardeos estadounidenses y los convoyes ocupantes.

Muchos de ellos han salido del país y los que quedan están recluidos en sus residencias, por lo menos hasta que pase la campaña electoral.

Alrededor de 200 alemanes que trabajan en «proyectos de desarrollo» abandonaron Afganistán hace días. La ONU, que cuenta con un millar de extranjeros en el país, aconsejó a todo el personal «no esencial» aprovechar la circunstancia para coger vacaciones. Asimismo, fuentes de la ONU aseguraron que un tercio de las ONG habrían evacuado a todo su personal.

Tanto la embajada de Australia como varias compañías privadas de seguridad han aconsejado a sus trabajadores y clientes encerrarse en sus casas hasta el domingo y no salir a la calle más que en caso de urgencia.

Esta semana es prácticamente festiva en todo el país. Hoy se celebra, paradójicamente, el Día de la Independencia. Tras las elecciones del jueves llegará el fin de semana (viernes y sábado). Con todo, un empleado británico de la ONG Care International advierte de que «el momento crítico será el del anuncio de los resultados», previsto inicialmente hacia mediados de setiembre. A punto de salir del país tras coger diez días de vacaciones, un empresario francés coincide en que el período de peligro para los extranjeros puede extenderse más allá de esta semana. «Tengo miedo de que la ira popular degenere en manifestaciones contra los occidentales», señala, en referencia a las acaecidas en mayo de 2006 en Kabul. GARA

CENSURA

El Ministerio de Exteriores del Gobierno títere de Kabul ha instado a los medios tanto locales como internacionales a no informar sobre ataques el día de las elecciones «para asegurar una alta participación electoral»

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