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Helen Groome Geografa

Todo tiene su precio

No sorprenderá a nadie saber que las empresas agroquímicas llevan años ganando enormes beneficios económicos con sus ventas de herbicidas varios a explotaciones ganaderas para que «eliminen» directamente la romaza y la acedera

Hay cosas para las que hay que aceptar pagar algo, pero en cambio podemos elegir cómo pagar y así decidir cuáles serán las consecuencias indirectas de nuestro pago.

Una de las plantas que menos se quiere ver en una pradera es un Rumex, siendo las más comunes de ellas la romaza y la acedera. No se quieren estas plantas principalmente por que son de menor valor para el ganado que otras plantas, pero el problema es cómo reducir su presencia, ya que son plantas muy pertinaces. Y digo reducir su presencia y no eliminar porque es mejor reconocer que su eliminación total es sumamente problemática.

Se sabe que la romaza se reproduce por semillas y vegetativamente. Si se quiere controlar su presencia, es importante evitar que la planta llegue a producir semillas, ya que cada planta puede tener de 100 a 60.000 semillas por año, que sus semillas pueden germinar con éxito a pesar de llevar hasta 70 años en el suelo, que sus semillas mantienen su viabilidad a pesar de que una vaca las coma, se incorporen en purín o estiércol y que incluso pueden sobrevivir el ensilaje.

¿Qué se pude hacer entonces? No sorprenderá a nadie saber que las empresas agroquímicas llevan años ganando enormes beneficios económicos con sus ventas de herbicidas varios a explotaciones ganaderas para que «eliminen» directamente estas plantas. Ni que, con el tiempo, las mismas empresas ofrecen productos distintos ante el evidente hecho de que sus fórmulas no están «eliminando» las romazas y acederas de las praderas. No desaparecen, persisten e, independientemente de haber gastado dinero en comprar y esparcir el producto, la persona que lo aplica está contaminando, hoy día a sabiendas, la vegetación y el suelo, por muy puntual que sea la aplicación del producto. Por un lado se gana, por otro se pierde.

Se pensará que es de lógica indagar en otros posibles mecanismos de gestionar estas plantas, pero hay que contar con el bloqueo ejercido por los intereses de los actuales beneficiarios del capitalismo agrario.

En fin, aunque no hay soluciones fáciles, sí las hay con menos costes sociales y ambientales que las soluciones agrotóxicas. Se sabe que para reducir la presencia de la romaza es importante actuar principalmente sobre sus semillas para romper su ciclo reproductivo. Cortar repetidamente la planta antes de que florezca evita la producción de semilla. Una vez formada la semilla, aunque se corte el tallo, sigue madurando, por lo que o se corta antes de formar la flor o se corta y extrae del campo el tallo con la semilla.

Naturalmente, todo tiene su precio: el tiempo y energía empleados en cortar las plantas, manualmente o con máquinas. También está el hecho de que unas personas opinan que al cortar la parte aérea de la planta se refuerzan las raíces de la misma, aunque otras opinan que la planta muere tras cortar repetidamente la parte aérea. De todos modos, de esta manera, además, se ahorra dinero líquido y no se contamina. Lo raro es no ver a las administraciones promover activamente este tipo de gestión.

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