100% Prokofiev, 0% Eisenstein
Mikel CHAMIZO
Hosas muy buenas y muy malas que decir del espectáculo cinematográfico del lunes, al que con tanta ilusión acudimos algunos. La Orquesta de la Capilla de San Petersburgo resultó ser un conjunto mucho mejor de lo que muchos se esperaban y su rendimiento bajo el mando de Chernouschenko fue muy bueno. La cuerda supo moverse entre la morbidez de un sonido casi místico para la preciosa cantata “Juan Damasquino”, de Taneev, y los timbres más incisivos para el Prokofiev, conservando siempre una gran calidad de sonido. El viento metal fue también sobresaliente, y eso que Chernouschenko se apoyó muchísimo en ellos para obtener la extrema espectacularidad que eligió como opción interpretativa para “Iván El Terrible”.
Pero lo más impactante de la orquesta fue su integración con el coro. Chernouschenko ha moldeado a la agrupación para ser el perfecto partenaire del coro en la interpretación de música religiosa, y visto lo visto, lo ha conseguido con creces. Son muy pocas las ocasiones en que se puede disfrutar de un gran coro y una gran orquesta sonando como un ente único, compartiendo un carácter y una respiración únicas, y ayer fue una de ellas. Pero si el aspecto musical ralló muy alto, el visual fue completamente decepcionante.
No se proyectó la película de Eisenstein con la orquesta tocando en sincronía la banda sonora, como esperábamos casi todos, sino que se eligió unas cuantas escenas sueltas para acompañar la interpretación de la música.
El resultado, además de traicionar la obra maestra del cine firmada por Eisenstein –no hubo ni diálogos ni mucha continuidad en la historia que contaban las imágenes–, distraía constantemente la atención de la música sin aportar gran cosa. Hubo además errores graves de sincronía que produjeron incómodos silencios e incluso una interrupción abrupta de uno de los números musicales.