La censura, los ataques y el fraude colean sobre las elecciones afganas
La censura, los ataques casi diarios y las denuncias de fraude planean sobre las elecciones presidenciales y provinciales de hoy en Afganistán. El Gobierno ha amenazado con expulsar a los periodistas extranjeros y cerrar los medios locales que den cuenta de cualquier acto violento registrado durante la jornada electoral. Ayer, al menos 21 personas, entre ellas un gobernador, un jefe tribal y cuatro policías, murieron en ataques y combates en el sur y este del país.
GARA |
El Consejo Nacional de Seguridad afgano, que aglutina a los principales órganos y administraciones responsables de la seguridad, amenazó con expulsar a los periodistas extranjeros y cerrar los medios de comunicación locales que difundan cualquier acción violenta registrada durante la jornada electoral de hoy. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Ahmad Zahir Faqiri, declaró que, si bien los medios son libres de cubrir los comicios presidenciales y provinciales, queda «prohibido» informar sobre actos violentos o ataques. «Es una situación extraordinaria y todos los medios deben respetar esta decisión. En caso de que se incumpla la orden, los medios locales serán cerrados y los periodistas extranjeros expulsados. En cada país democrático hay situaciones extraordinarias que llevan al Gobierno a tomar decisiones para preservar el interés nacional y la seguridad de los ciudadanos», argumentó.
Para Siamak Herawi, portavoz del presidente Hamid Karzai, esta medida «animará a la gente y levantará su moral para votar. Si algo ocurre, esto evitará que los medios exageren y la gente no tendrá miedo a salir».
La presidencia de la Asociación de Periodistas Independientes Afganos (AIJA) le respondió que los decretos no frenarán la labor de los periodistas. «Demuestran la debilidad del Gobierno», subrayó a Reuters Rahimullah Samander, que condenó las medidas para «privar a los ciudadanos el acceso a la información».
Junto a la censura, los votantes deberán sortear los ataques casi diarios. Ayer, al menos 21 perdieron la vida en el sur y este del país. En Sharana, en la provincia de Paktika, cinco civiles -cuatro de ellos de la misma familia- murieron al estallar una bomba al paso de su vehículo.
Más al sur, en Kandahar, el gobernador del distrito de Registan y un jefe tribal fallecieron al estallar su coche por una bomba casera. Dos policías que los escoltaban sufrieron heridas.
En la misma provincia, estalló una bomba al paso de una patrulla matando a tres agentes e hiriendo a uno.
En la de Oruzgan, diez militantes talibán y un policía murieron durante el ataque a un puesto policial en el distrito de Deh Rawood. Los combates empezaron a la 1.30 y se prolongaron hasta el alba.
La logística misma de las elecciones, a las que están llamados unos 17 millones de afganos, es otra de las compliaciones. El 70% de la población es iletrada y las tarjetas de registro de votantes están a la venta en las calles. Alguien registró hasta a la estrella del pop estadounidense Britney Spears para votar. Las copias fueron enviadas por correo electrónico y durante un tiempo estuvieron colgadas en un bar de un hotel de Kabul. Glenn Cowan, confundador de Democracia Internacional, advirtió que será imposible cuantificar la magnitud del fraude.
250.000 observadores vigilarán la jornada electoral. De ellos, cerca del 90% son delegados de los candidatos y partidos.
La organización Oxfam denunció que el 33% de los afganos corre el riesgo de hambruna y que muy pocos se benefician de la ayuda internacional debido al malgasto de esos fondos.
En un comunicado emitido desde su sede de Oxford, remarcó que la elección del presidente «debe ir acompañada de grandes reformas en el gobierno y la efectividad de la ayuda. Hasta la fecha, la mayor parte del dinero dado por gobiernos extranjeros o no es eficaz ni coordinado o se desperdicia y no llega a los afganos». Advirtió que «los niveles de pobreza siguen siendo los peores del mundo». El 40% vive bajo el umbral de la pobreza y cada 30 minutos muere una mujer afgana durante el embarazo o el parto. Después de casi ocho años de ocupación extranjera, «muchas zonas afrontan una severa escasez de alimentos, con cerca de 7,3 millones de personas bajo el riesgo de hambruna».
El conflicto complica aún más si cabe la situación, ya que un gran número de áreas quedan fuera del alcance de las ONG. «La comunidad internacional ha prometido mucho al pueblo afgano, pero muchas de esas promesas han fracasado. Los donantes han estado lentos en el reembolso del dinero de ayuda, una situación agravada por la ineficacia, la falta de responsabilidad y la corrupción», lamentó.
Oxfam incidió también en la abismal diferencia entre el gasto en seguridad y los fondos destinados a la asistencia humanitaria. Puso como ejemplo que Estados Unidos emplea cien millones de dólares al día en seguridad en Afganistán, mientras el presupuesto de todos los donantes no alcanza los siete millones de dólares diarios. GARA