El otro estreno discutido de la semana es el del segundo largometraje de Vadim Perelman, que con un nombre así sólo se podía dedicar al cine. Tuvo muy buenas críticas con su ópera prima «Casa de arena y niebla», pero cambia de registro ahora al introducir dentro del suspense elementos fantásticos o sobrenaturales. Y es ahí donde nadie se pone de acuerdo, porque unos dicen que lo que plantea no va a ninguna parte y otros, por el contrario, califican la película como un dechado de sensibilidad. Claro que el que «La vida ante sus ojos» esté llena de imágenes preciosistas no quiere decir necesariamente que tengan que ser profundas o transmitir tanto como pretenden. Una brillantez que, al menos, se la reconocen los productores de Hollywood, pues Perelman ha sido contratado para dirigir el remake del clásico de terror «Poltergeist». Si confían en él para abordar la plasmación de fenómenos paranormales es porque en «La vida ante los ojos» hay algo de eso, debido a los constantes giros de un argumento que bien podría haber inspirado al mismísimo Shyamalan, y que procede de una novela de Laura Kasischke que juega con los caprichos del destino y las paradojas existenciales a través del tiempo.

Los espectadores no avisados corren el peligro de hacerse un lío con los saltos temporales de «La vida ante sus ojos», pero si se molestan en ver atentamente el trailer se darán cuenta de que contiene una serie de advertencias que sirven de guía para seguir la película por los derroteros que va marcando Vadim Perelman. Y es que es de esas películas enrevesadas en las que el espectador no se puede conformar con dejarse llevar por las apariencias y, una vez que caiga en la cuenta de que las cosas no son lo que parecen, podrá imaginar otras realidades posibles en torno a la protagonista, que es interpretada por Uma Thurman en la edad adulta y por Evan Rachel Wood, en la época estudiantil que condiciona el posterior devenir de tan engañoso personaje.

«La vida ante sus ojos» se sirve del impacto que ha causado en la sociedad norteamericana las últimas matanzas llevadas por menores en centros estudiantiles, pese a que en ningún momento le interesa ir más allá en el asunto. Es el pretexto para lanzar una serie de hipótesis sobre cómo un determinado e impactante hecho puede afectar al futuro posterior de las personas, tomando conciencia de la fragilidad de la naturaleza humana y su sometimiento a constantes e imprevisibles variables. En el plano objetivo se supone que la estudiante que encarna Uma Thurman, que era la más vitalista y alocada, es la que sobrevive al tiroteo, falleciendo su mejor amiga, que pasaba por ser todo lo contrario, mucho más conservadora y de buenas costumbres. Abundan, sin embargo, otro tipo de elementos subjetivos que permiten realizar lecturas diferentes, como si la vida de esta mujer fuese una proyección mental de sus ilusiones arrancadas de cuajo por la tragedia. Podría ser, por tanto, una forma de expresar que los sueños son a veces más poderosos que la misma realidad, o simplemente que la muerte no puede detener una trayectoria marcada en sus objetivos, por lo que sigue un desarrollo paralelo a otro nivel.