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Crónica | Txikiteo en fiestas de Bilbo

El txikiteo anónimo se impuso pese a las «bilbainitas» de Azkuna en el Ilustrado

La primera edición del txikiteo Ilustrado parecía que sería uno de los actos mas reseñables de la jornada de ayer, pero lo cierto es que los flashes y las cámaras fueron más que las personas anónimas que tomaron parte. No faltaron rostros conocidos y autoridades como el alcalde, Iñaki Azkuna, cantando alguna «bilbainita», pero la mayoría de los ciudadanos optaron por lo de siempre: el txikiteo anónimo.

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Iratxe DUEÑAS

A primera hora de la mañana un grupo de turistas recorría el Casco Viejo mientras otras personas cargaban con bolsas de las recientes compras, lejos del ambiente festivo. Al pasear por una de sus calles, nos encontramos una artista que exponía sus pinturas, realizadas en tela. Con un cartel dejaba claro que su obra era para todos, pública, y que no estaba en venta.

Cerca de allí, en el Arenal, padres, madres y curiosos veían los avances de los y las más pequeñas cortando las patatas y cuidando los diminutos pucheros para hacer marmitako. Eran las 11.00 y la megafonía de la organización avisaba de que había 34 cazuelas de bacalao a vizcaína en el concurso.

Paseando por el Arenal no cabe sino agradecer a los servicios de limpieza su trabajo, pero son muchos días... y se nota. Hay quienes no lo perciben y sólo queda desearles felices sueños. Cualquier trocito de jardín es bueno. Y compartiendo espacio, los participantes del concurso de bacalao a la vizcaina.

No fueron sólo los participantes del concurso quienes disfrutaron de la gastronomía, también la actual y las anteriores txupineras, así como el pregonero; poco después se celebraba el homenaje a las txupineras.

Sin abandonar el recinto, un títere pelirrojo, punk, con cuadros escoceses rojos y negros, logró provocar y atrapar la atención de la gente.

Se oyeron los sones de la dulzaina y llegaron los cabezudos, seguidos de tres parejas de gigantes. Un niño trató de esconderse del cabezudo en el regazo de la amama, pero en cuanto crezca seguro que hará como el resto: provocarles. Viéndoles no cabe duda de que al menos se entretuvieron de lo lindo.

Tras el txupin anunciaron el concierto de la banda municipal, y allí estaban los más mayores, todos prestos. Al mismo tiempo, no muy lejos y antes del hamaiketako, el pregonero y la txupinera atendían tanto a los ciudadanos como a los medios. También ésa es su labor en Aste Nagusia.

En una vuelta por el recinto antes de desplazarnos a otros espacios vimos que los «txikis» también presentaban sus cazuelas, orgullosos.

Gran ambiente en las calles

Justo al lado, y como cada mañana, se repiten las partidas de ajedrez que disputan ajenos atodo lo que ocurre alrededor,

A las afueras del Arriaga se escuchan sonidos de percusión. Cinco chicos tocan cerca de un escenario. Despertaron mucha curiosidad, pero no era una exhibición musical, sino que teatro en la calle.

Mientras que a las 13.00 en el Café Bilbao de la calle Nueva arrancaba la primera edición del Txikiteo Ilustrado lleno de flashes y medios y de representantes institucionales, la calle principal se encontraba ocupada por las pruebas de Herri Kirolak. Asistimos a la de «Haizkolaritza». Se enfrentaron tres haizkolaris: Ugaitz Mugerza, Ander Erasun y Jon Recondo. Dos guipuzcoanos y un navarro. Erasun se adelantó en el primer tronco siendo segundo Mugerza y tercero Recondo.

A partir de ahí la prueba dio un giro inesperado. Erasun tuvo problemas con la madera del segundo tronco. Finalmente, se impuso Recondo; en segundo lugar quedó Ugaitz Mugerza y Erasun tuvo que conformarse con la tercera plaza. No les faltaron los ánimos a los haizkolaris; hubo incluso quien recordó al padre de Erasun, el mejor en el corte de hierba, con una marca de recogida de 10.000 kilos en dos horas.

Alcanzamos a los gigantes y a los cabezudos en su pasacalles cerca de la Plaza Unamuno; pero nos detuvimos allí. Los sones del espectáculo de música, danza y teatro que ofreció la Banda Conmoción de Chile nos atrajo. Su música alegre invitaba a participar, a moverse y a bailar. Lo hizo todo el que quiso.

Los bertsos que recitaban en la calle Santiago nos empujó a acercarnos cada vez más a las calles del Casco Viejo, que presentaban un magnifico aspecto. Pero el tamaño del círculo y público que se dejaba ver ante el Arriaga indicaba que el clown que actuaba estaba teniendo gran éxito.

Poco después, ante la iglesia de San Nicolás, estaba prevista la «caza del heréje», pero la irrupción policial en las txosnas abortaron el plan. Mientras, el Txikiteo Ilustrado seguía su curso, incluso con Azkuna cantando alguna que otra «bilbainita», pero lo cierto es que como siempre el que más triunfó fue el poteo anónimo, el txikiteo de toda la vida y de cada día.

 

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