Los atentados en Bagdad ponen en la cuerda floja al primer ministro
La serie de atentados y ataques que dio de lleno hace dos días a la ultraprotegida Zona Verde de la capital iraquí ha dejado compuesto y sin novia al primer ministro, Nuri al-Maliki, a escasos meses de las elecciones legislativas de enero. Son los riesgos de fiar las expectativas políticas a una mejora de la seguridad que se ha revelado un espejismo, con o sin tropas estadounidenses en las ciudades del país ocupado.
GARA
La serie de atentados y ataques que alcanzó el miércoles el corazón político de Bagdad ha supuesto un duro golpe para el primer ministro, Nuri al-Maliki, quien se presenta como el restaurador de la seguridad y quien hizo posible el repliegue de las fuerzas estadounidenses.
Los autores de estos ataques, perfectamente coordinados y que convirtieron la de ayer en la jornada más sangrienta en Irak de los últimos 18 meses (101 muertos), han probado que pueden alcanzar cualquier objetivo en Irak, por ultraprotegido que esté, y han comprometido seriamente las expectativas que albergaba el político chií de cara a las legislativas de enero.
«La seguridad era la única carta que tenía el jefe del Gobierno y utilizó para lograr la victoria de sus candidatos en las recientes elecciones provinciales. Al-Maliki tenía la intención de repetir la estrategia en los próximos comicios», señala Hamid Fadl, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Bagdad. Este experto, que no duda en atribuir a la resistencia estos ataques, recuerda que esta última «ha querido claramente indicar que la democracia en Irak ha fracasado, lo que puede generar una reacción negativa contra él (el primer ministro) en las urnas».
El propio al-Maliki, que ha anunciado la revisión de las medidas de seguridad en la capital, tildó los ataques de «tentativas desesperadas para hacer descarrilar el proceso político hacia las elecciones».
Paradójicamente, los analistas coinciden con él pero añaden que el descarrilamiento podría costarle la cabeza. «Es una verdadera amenaza a la credibilidad de al-Maliki, que presentó la retirada estadounidense como un gran triunfo y un test importante para sus planes de seguridad», advierte Luluwa al-Rachid, analista del International Crisis Group (ICG).
«Error de cálculo»
Algunos expertos sostienen que al-Maliki cometió un error de cálculo al presentar el repliegue estadounidense de las ciudades como una victoria, lo que le llevó a decretar el 30 de junio como fiesta nacional.
«Él insiste en aparecer como el símbolo del incremento de la seguridad, que brilla por su ausencia. Si esto sigue así, saldrá muy debilitado», insiste la analista de ICG.
Los objetivos elegidos y la simultaneidad de los ataques -con escasos minutos de intervalo-, además de la elección de la fecha -el sexto aniversario del atentado contra la sede de la ONU, que marcó espectacularmente el inicio de la rebelión-, buscaban el máximo impacto.
Un impacto que choca con la orden dada por al-Maliki hace dos semanas de comenzar a retirar los muros de protección que cuartean la capital.
Los analistas coinciden en que al-Maliki se habría precipitado al intentar vender una imagen que no se corresponde con la realidad del país ocupado.
Al menos ocho personas murieron y doce resultaron heridas en sendos ataques de la resistencia en la provincia de Diyala, al norte. Uno de ellos tuvo como objetivo la sede del kurdo UPK, del presidente de Irak, Yalal Talabani.
El portavoz del Comando de Operaciones de Bagdad informó del arresto de once miembros del Ejército y la Policía. Los detenidos estaban a cargo de la seguridad en las áreas de Salhiya y Bal Muadham, blanco de los ataques del miércoles.
El presidente electo de Irán, Mahmud Ahmedinejad, presentó finalmente ayer la lista de su Gobierno desoyendo las críticas tanto del campo conservador como de los portavoces reformistas.
Del total de 21 candidatos cinco repetirían en los puestos, entre ellos el actual ministro de Exteriores, Manuchehr Mottaki. Entre estos últimos hay varios que han suscitado duras críticas por parte de ambos campos, como el propuesto para seguir al frente de Industria, Ali Akbar Mehrabian.
Una de las novedades es la incorporación de tres mujeres, que también han recibido críticas por no hacer una defensa activa de los derechos de la mujer. Es el caso de Fatemeh Adjurlu, una enfermera que ha sido propuesta para dirigir el Ministerio de Ayuda y Asuntos Sociales, y a la que se conocen relaciones estrechas con la milicia Bassidj.
Y eso que, sobre el papel, las críticas a Ahmedinejad se basan en la supuestamente escasa cualificación de muchos candidatos.
Todo apunta a que tanto conservadores como reformistas de todo pelaje y condición habrían intentado aprovechar la crisis tras los comicios para debilitar la figura del presidente y para forzarle a aceptar presiones para colocar a sus favoritos en el nuevo Gabinete.
Por contra, Ahmedinejad se mantiene, de momento, firme, e insiste en rodearse de personas de probada fidelidad a su línea política. Es el caso de la estratégica cartera de Petróleo, para la que ha nombrado a Massud Mir Kazemi, actualmente ministro de Comercio y que tiene lazos muy estrechos con los Guardianes de la Revolución (Pasdaran), la milicia de la República Islámica de Irán. El propuesto como ministro de Energía, Mohamed Aliabadi, es también fiel a Ahmedinejad.
El Parlamento iraní deberá pronunciarse por los candidatos a partir del 31 de agosto. GARA