Ocupación y resistencia en Afganistán
Baja la participación y sube el descontrol en Afganistán
Tras el cierre de las urnas, la farsa electoral se trocó en tragicomedia, con los principales candidatos reivindicando la victoria sin esperar a los resultados. Occidente no oculta su temor a que la situación quede fuera de su control.
GARA | KABUL
Era un guión cantado. Apenas comenzada la resaca tras la «fiesta democrática», los equipos de campaña de los dos principales candidatos a la Presidencia del Gobierno títere de Kabul se apresuraron a cantar victoria.
El equipo del aspirante a la reelección, Hamid Karzai, lo hizo a sabiendas de que desde su posición de poder controla todas las instancias encargadas del recuento electoral. El equipo de su rival, Abdullah Abdullah, convertido ahora en acérrimo opositor tras haber sido ministro de Exteriores de Karzai, reivindicaban su triunfo amparados en la más que probable existencia de un fraude masivo.
Paradójicamente, ambos equipos de campaña coincidían además en reivindicar para sus respectivos candidatos una victoria por goleada, con más del 50% de los votos, con lo que descartaban la necesidad de una segunda vuelta electoral.
El director de campaña de Karzai, Din Mohamed, aseguró que, «de acuerdo con las informaciones que hemos obtenido hasta ahora, estamos en cabeza y no habrá necesidad de una segunda vuelta».
Casi simultáneamente, la réplica venía del portavoz de la campaña de Abdullah. «Los resultados que hemos recibido de nuestros observadores en los colegios electorales nos confirman que, hasta ahora, hemos logrado el 63% frente al 31% para Karzai», anunció Sayed Aqa Fazil Sancharaki, quien en una aparente concesión añadió que «no son los resultados finales y esperamos confirmar esta noticia mañana (por hoy)».
La Comisión Electoral Central no confirmó estos anuncios, que se presentaban como basados en recuentos parciales a cargo de apoderados de cada una de las candidaturas y aseguró que «estamos esperando a recibir las hojas con los resultados». El organismo electoral instó, eso sí, a los equipos de los distintos candidatos a mantener «prudencia en sus anuncios y a ser pacientes».
40-50% de participación
Tampoco ofreció la Comisión Electoral cifras oficiales de participación. Su portavoz, Zeria Barakzai, adelantó que la tasa de voto rondaría el 40-50% aunque señaló que el dato definitivo se hará público «en los próximos días». Tampocó ofreció dato alguno sobre la abstención en las elecciones provinciales, que tuvieron lugar simultáneamente a las presidenciales. «La participación no ha sido la misma en el norte, en el sur o en el centro del país, aunque globalmente ha sido satisfactoria», señaló.
La participación en las elecciones de 2004 alcanzó el 70%. Los grupos de resistencia, principalmente los talibán, habían llamado al boicot en los comicios y llegaron a amenazar con represalias a los que se acercaran a los colegios electorales.
La Unión Europea, que se sumó a EEUU, a la OTAN y a la ONU para saludar el «éxito» de los comicios, instó a todos los candidatos a «abstenerse de realizar anuncios prematuros sobre los resultados».
No obstante, fuentes occidentales no ocultan su temor a que ni siquiera el anunciado fraude pueda ocultar una escasa participación, que reforzaría la apuesta de la resistencia.
Una resistencia que, según análisis independientes, mostró un perfil más bajo durante la jornada electoral, consciente de que su mensaje -acompañado de una gran ofensiva justo hasta la apertura de las urnas- habría calado entre la ciudadanía.
Tampoco le viene mal a la oposición armada la cada vez más evidente trifulca postelectoral que se avecina. Una confirmación de la victoria de Karzai, quien tras perder parte de su apoyo entre la población de su etnia (pastún) se ha visto forzado a ceder a las más arcaicas exigencias de señores de la guerra como el hazara Ismail Khan y el uzbeko Rachid Dostum, no haría sino profundizar la creciente brecha entre la población y el Gobierno de Kabul. Las alternativas no son peores para la guerrilla, incluida la de Abdullah, quien ha basado su campaña en la figura del líder legendario de la minoría tayika Ahmed Massud, el León del Panshir.