«Tasio» avanzó la recuperación del medio rural
Mikel INSAUSTI Crítico de cine
Celebrar el aniversario de la película «Tasio» es también brindar por el bautismo de un cineasta que, como ningún otro, ha sabido plasmar en sus largometrajes la existencia humana en el medio rural. Montxo Armendáriz realizó una ópera prima en 1984 que no tuvo continuidad dentro del euskal zinema, tal vez porque otros realizadores no se atrevieron a probar suerte con un estilo poético tan ligado a la naturaleza. Armendáriz se quedó bastante sólo, obligado a mantener una relación intermitente durante el resto de su filmografía con aquella firme declaración de principios, que nació como una ficción inspirada en el cortometraje previo «Nafarroako ikazkinak». De el tomó la base documental, centrada en la figura del carbonero Otxoa, símbolo viviente de un oficio condenado a desaparecer. Hoy en día este tipo de temáticas relacionadas con el peligro de extinción que corren las gentes que trabajan el agro se han revalorizado, pero 25 años atrás no se les prestaba, por desgracia, la misma atención. Armendáriz supo adelantarse e intuir la necesidad conservacionista de un entorno amenazado, que bien podía ser el de Urbasa.
Creo que alguien comentó en su día que Tasio venía a ser el Dersu Uzala vasco, y, en efecto, ambos personajes comparten el mismo sentido de libertad primigenio, inseparable de la pureza ambiental y de la fidelidad a los orígenes. Cuando vemos jugar a la pelota a este hombre que de forma tan llana encarna Patxi Bisquert, al igual que cualquiera de las otras actividades laborales o lúdicas que practica lo hace inmerso en un paisaje no contaminado, como si formara parte de esos valles y montañas. Para ser fiel a sus raíces ha de convertirse en furtivo, y el ser perseguido por la ley no le doblega, ni tampoco le empuja al éxodo, porque se siente aún si cabe más unido a su tierra. Se niega a seguir los pasos del amigo o de la hija camino de la ciudad en busca de prosperidad, y hoy es el día en que su postura causa mayor admiración por ser la más viva y arraigada.