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Crónica | Potenciar el humor

Una carcajada a tiempo puede disipar las nubes y hacer que brille el sol

El humor es la capacidad de ver las cosas de otra forma pero eso no siempre es fácil, puesto que las circunstancias y la manera de ser de cada persona hacen que las reacciones ante un mismo hecho sean muy dispares. Responder con una carcajada permite que lo complicado pueda ser más llevadero.

Oihane LARRETXEA

La tranquilidad invade la sala y la clara luz de la mañana entra tímidamente por las ventanas. La suave brisa consigue colarse hasta esta habitación del Palacio Miramar haciendo bailar ligeramente las cortinas. A pesar de la absoluta calma, en cuestión de minutos las carcajadas y las risas romperán el matutino silencio.

En el centro se encuentra el profesor Germán Payo, que empieza a dar las primeras indicaciones acaparando la atención de los alumnos que le rodean formando un gran círculo. El objetivo es el siguiente: potenciar el humor y la risa, adecuándose al perfil de cada cual, porque ya lo advierte el tutor del curso: la personalidad de cada ser humano es un mundo. «Al igual que no hay dos personas que vistan igual, no hay dos personas que rían igual».

La clase da comienzo con una indicación por parte de Payo: «Se deben romper los esquemas corporales establecidos». Los alumnos se miran unos a otros extrañados; «¡qué querrá decir con eso?» dice por lo bajo la mujer de al ado. En seguida se aclaran las dudas. Begoña y Rosario, dos mujeres que asisten a éste curso se presentan entre ellas con los dos clásicos besos, y precisamente ése es el esquema a romper. Payo hace la demostración de una alternativa a la hora de darse a conocer. Con los brazos en alto, e inclinando las rodillas hacia fuera, se golpea suavemente la cadera con la persona de al lado. Entonces sí que han estallado las risas al ver que, como si se tratara de un baile, Begoña y Rosario vuelven a presentarse.

El siguiente objetivo es hacer pensar que uno está loco. Al hablar, el cerebro activa el conducto lógico, dejando de lado el fantástico. Pero, ¿que pasaría si habláramos con el lado creativo? Pues exactamente eso, que la gente pensaría que estamos locos. Con un sencillo ejemplo de frases sin sentido que ofrece Payo, la gente comienza ha hablar de globos que cantan, sopas que se comen con tenedor y relojes que saben a jabón... y las risas surgen ya de una manera natural.

El humor, amplio abanico

Una vez que con las primeras risas se ha roto el hielo, llega la hora de ajustar el humor que cada persona lleva dentro a sus propias circunstancias y vivencias, que son las que marcan y determinan el tipo de ingenio y chispa de cada uno. Para ello todos los presentes reflexionan sobre su día a día y llegan las primeras conclusiones: «El estrés del trabajo me resta las ganas para reir» o «Las excesivas preocupaciones de cada día no me dejan ver las cosas divertidas que surgen a lo largo de la jornada» son algunas confesiones que se escuchan en un aula ahora en silencio.

Precisamente eso es lo que se debe corregir. Payo se ha levantado de repente de la silla, acaparando la atención de todos: «El ritmo frenético, el trabajo están ahí -explica-, no se pueden cambiar, pero sí la manera de asimilar todo eso». La clave, por lo tanto, está en la capacidad de adaptación ante una circunstancia concreta. Por ello el humor juega un papel importantísimo, porque con una buena carcajada el color de la situación cambia completamente.

La importancia de quererse

Payo advierte de que nadie dijo que fuera fácil dar la vuelta a las cosas. Reir está directamente relacionado con la autoestima, con la aceptación y el aprecio que cada uno siente por uno mismo.

La mayoría de los asistentes son mujeres, y a ellas les advierte especialmente de la presión que los cánones de belleza y perfección establecidos ejercen sobre el sector femenino: «Si sois fuertes, si os queréis, si os aceptáis, venceréis, y al mirar las páginas de las revistas os reiréis». La moda intenta romper el propio criterio de la persona para imponer el suyo. Ante todo hay que mostrarse orgulloso de lo que se tiene, y de lo que no se tiene, pero sobre todo hay que reirse. «Soy gorda, ¿y qué?». Y con una sonora carcajada, finaliza la clase por hoy.

 

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