Finalmente será el Kiliki negro el que a las seis de esta tarde arranque las fiestas de Berriozar después de una dura campaña política y mediática que ha impedido a la izquierda abertzale, como le correspondía por turno al ser la tercera fuerza municipal, ser la encargada de prender la mecha festiva.

Con esta decisión, adoptada de manera consensuada con los ediles independentistas, el alcalde de la localidad Xabier Lasa, de NaBai, ha querido zanjar la polémica suscitada por UPN, PSN, CDN e IUN de cara al arranque de las fiestas patronales.

Cosa que no ha ocurrido, ya que como protesta a esta decisión los concejales de UPN, PSN y CDN han organizado un txupinazo alternativo para ponerse el pañuelo rojo «de la mano de la democracia y de la libertad y no de la mano de ANV». Lo harán hora y media antes y, según indican, «en recuerdo de la víctimas».

Que sea un cabezudo de la comparsa de la localidad el que lance el cohete oficial es, a juicio de UPN y PSN, «una burla» y consideran que esta decisión «disfraza que ha sido ANV el que ha decidido», por lo que no ha hecho que UPN y PSN cambien su actitud ante las fiestas. La formación que dirige Yolanda Bacina reiteró ayer que no participará en ningún acto oficial, mientras que el PSN declinó acudir al txupinazo.

En una conferencia de prensa posterior, el alcalde de Berriozar indicó que ni si quiera había sido invitado a participar en este acto alternativo que lo calificó de «desacertado», además de mostrar su «completo desacuerdo»a que se celebre momentos antes del txupinazo y en el mismo lugar. Lasa acusó a los convocantes de intentar sacar «rentabilidad política de algo tan importante como es una víctima», e hizo un llamamiento a todos los vecinos para que «no caigan en provocaciones».

Mociones

UPN, PSN, CDN e IUN han hecho todo lo posible para evitar el protagonismo de la izquierda abertzale. El último episodio se vivió el pasado viernes, donde en dos plenos sucesivos, y que contaron con una inusual presencia de medios de comunicación, se aprobaron dos mociones. La primera, instaba al alcalde de NaBai a revocar la medida de que fuera un edil independentista el que lanzara el chupinazo. Y la otra, emplazaba a cambiar el habitual sistema rotatorio entre los grupos políticos pocos días antes de las fiestas, para que así la izquierda abertzale pudiera ser despojada de su derecho y algún colectivo social pudiera iniciar las fiestas.