La economía alemana registró un crecimiento de su Producto Interior Bruto (PIB) del 0,3% en el segundo trimestre de este año frente al trimestre anterior, según informó ayer la Oficina Federal de Estadística, confirmando así sus cifras provisionales anteriores. La oficina refleja así que la economía alemana inició el proceso de salida de la recesión en primavera tras registrar las primeras cifras de crecimiento desde hace un año.

El crecimiento se ha visto apoyado por el aumento del consumo privado y estatal, así como por las inversiones en el sector de la construcción y el superávit exportador. Pese a todo, la situación es hoy peor que hace un año, ya que en comparación con las mismas fechas de 2008 su PIB retrocedió un 7,1%.

Este es uno de los «signos alentadores» de los que habló ayer el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, quien, sin embargo, advirtió de que esa recuperación «no ha llegado todavía». El presidente del Ejecutivo comunitario se refirió a «varias economías de la UE que están viendo signos alentadores de recuperación», aunque «el impacto de la crisis económica y financiera es aún tangible en Europa y tenemos mucho por hacer«.

Riesgo de una brutal recaída

Pero incluso estos signos pueden ser engañosos, según algunos expertos, que observan una recuperación en forma de «W», es decir, que este rebote de la actividad podría ir seguido de una brutal recaída. Esta oscura previsión es, en particular, obra de Nouriel Roubini, economista estadounidense cuyas declaraciones se exploran con lupa, ya que fue el primero en anunciar la crisis del crédito que sacude la economía mundial.

Roubini opina que el riesgo de una doble caída es grande y que, una vez pasado el efecto de los planes de reactivación, los Estados sólo tendrán las opciones de debilitar la recuperación reduciendo los gastos públicos o dejar que sus déficit se inflen aún más. Roubini predice también que se disparará el precio de petróleo a consecuencia de una mayor actividad y, como conclusión, «la reanudación será fantástica y la recaída inevitable».

Según esta hipótesis, que ha suscitado opiniones contrapuestas entre los economistas, una vez pasados los efectos de los planes de reactivación públicos el sector privado debería tomar el relevo de la inversión, pero no parece animado a hacerlo, mientras el paro dará un nuevo golpe al poder adquisitivo de los hogares y al consumo.