El recital que ofreció ayer Scholl fue un poco decepcionante, no porque le faltara belleza y calidad, que los tuvo, sino porque se impuso la sensación de que el repertorio elegido no exprimía ni el veinte por ciento de las cualidades vocales de Scholl.

Las canciones del minnesänger (trovador) Oswald von Wolkenstein -y de otros autores conocidos o anónimos, la falta de información del programa de mano fue flagrante ayer- contienen melodías bonitas y sencillas, que Scholl intepretó con obvio deleite personal y una técnica en la senda de lo que se estila para este repertorio: una voz muy pura, poco vibrato y nada de artificios.

Fue acompañado en algunos dúos por la voz similar de Kathleen Dineen, y por los bien ejecutados instrumentos de cuerda de los cuatro miembros de Shield of Harmony, que recrearon estas músicas medievales con más corrección que originalidad.